/ domingo 23 de enero de 2022

Derechos de la infancia

Diana Araceli González Martínez

Nelson Mandela, activista y político afroamericano decía que “no puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que la forma en que trata a sus niños”. Cuando nos preguntemos entonces, por qué nuestro país en lugar de ir hacia adelante parece que va para atrás y se hunde cada vez más, hagamos unas cuantas reflexiones:

Los derechos de la infancia han sido un reto a nivel mundial: niñas, niños y adolescentes en todo el mundo han sido las víctimas más vulnerables de los conflictos, el cambio climático, la pobreza y desigualdad, y hoy más que nunca, son las víctimas más vulnerables por el impacto económico y social del covid-19, que ha traído un retroceso traducido en décadas en el de por sí, lento avance en el respeto de sus derechos.

Por desgracia, el terrible azote de la pandemia en todo el mundo llega a México en el marco de un gobierno federal que como nunca en los últimos años, invisibiliza a las niñas, niños y adolescentes quienes cada vez sufren menor protección y se refleja incluso, en la atención presupuestal de los programas destinados para ellos. Puntualizo que, de acuerdo con UNICEF México, en nuestro país viven casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes que representan el 35% de la población, de los cuales, de acuerdo con el CONEVAL, cerca del 60% se encuentran en situación de pobreza y pobreza extrema.

Son preocupantes las expresiones y acciones que menosprecian el estado de derecho y las instituciones, más aún en un contexto social donde se ha generalizado la polarización, la violencia armada y el control del crimen organizado. Aclaro el por qué se refiere lo anterior: los derechos de las niñas, niños y adolescentes, SON en sí mismos una institución, y se minimiza. En materia de salud, de las mañaneras se tiene información sobre la pandemia respecto de personas adultas, pero poco o nada se informa en relación con la salud de los menores. Para acabarla, a media pandemia fueron anunciados nuevos recortes presupuestales que afectan el derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes en lo general; así por ejemplo, se ha puesto en riesgo la implementación de medidas preventivas que constituyen el cuadro de vacunación de infantes, y por supuesto son las niñas, niños y adolescentes a quienes específicamente se le ha negado el derecho a la vacunación contra el COVID-19, minimizando e invisibilizando de forma criminal a los menores.

También hablando de salud, no debemos olvidar la salud mental de nuestras niñas, niños y adolescentes: fueron ellas y ellos los más afectados debido al confinamiento por la pandemia. En el 2020, mil 150 menores de edad decidieron quitarse la vida (ENSANUT), ello representa un promedio de 3 menores cada día. Por su parte, el pensamiento suicida aumentó del 5.1 por ciento al 6.9 de 2018 al 2020 y la conducta suicida pasó de 3.9 al 6 por ciento.

Abramos los ojos, incluso antes de la pandemia, las niñas, niños y adolescentes sufrían de enfermedades mentales sin ninguna clase de apoyo, hoy más que nunca el COVID-19 puso en riesgo el bienestar de nuestras futuras generaciones, ahí, confinados en casa, aislados de sus amigos, enfrentándose a la pérdida, a la violencia intrafamiliar, al abuso físico y sexual, al azote del desempleo y las condiciones de la economía, están nuestras niñas, niños y adolescentes siendo las víctimas silenciosas más vulnerables y lastimadas.

Abracémoslos desde el alma, hoy más que nunca necesitan de nuestra atención y de nuestra generosidad, que sean las niñas, niños y adolescentes el motor de nuestro día a día: la pandemia nos azotó a todos, pero depende de nosotros levantarnos y unirnos en la causa del crecimiento saludable y feliz de nuestra infancia.

Si aspiramos a pensar en un México próspero, justo e incluyente, nuestras niñas, niños y adolescentes deben estar en el centro de las políticas públicas, en el centro de las actividades privadas y sociales; todas y todos debemos tener el compromiso moral y legal de garantizar los derechos de la niñez.

* Dirigente Estatal del PAN en Jalisco.

Diana Araceli González Martínez

Nelson Mandela, activista y político afroamericano decía que “no puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que la forma en que trata a sus niños”. Cuando nos preguntemos entonces, por qué nuestro país en lugar de ir hacia adelante parece que va para atrás y se hunde cada vez más, hagamos unas cuantas reflexiones:

Los derechos de la infancia han sido un reto a nivel mundial: niñas, niños y adolescentes en todo el mundo han sido las víctimas más vulnerables de los conflictos, el cambio climático, la pobreza y desigualdad, y hoy más que nunca, son las víctimas más vulnerables por el impacto económico y social del covid-19, que ha traído un retroceso traducido en décadas en el de por sí, lento avance en el respeto de sus derechos.

Por desgracia, el terrible azote de la pandemia en todo el mundo llega a México en el marco de un gobierno federal que como nunca en los últimos años, invisibiliza a las niñas, niños y adolescentes quienes cada vez sufren menor protección y se refleja incluso, en la atención presupuestal de los programas destinados para ellos. Puntualizo que, de acuerdo con UNICEF México, en nuestro país viven casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes que representan el 35% de la población, de los cuales, de acuerdo con el CONEVAL, cerca del 60% se encuentran en situación de pobreza y pobreza extrema.

Son preocupantes las expresiones y acciones que menosprecian el estado de derecho y las instituciones, más aún en un contexto social donde se ha generalizado la polarización, la violencia armada y el control del crimen organizado. Aclaro el por qué se refiere lo anterior: los derechos de las niñas, niños y adolescentes, SON en sí mismos una institución, y se minimiza. En materia de salud, de las mañaneras se tiene información sobre la pandemia respecto de personas adultas, pero poco o nada se informa en relación con la salud de los menores. Para acabarla, a media pandemia fueron anunciados nuevos recortes presupuestales que afectan el derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes en lo general; así por ejemplo, se ha puesto en riesgo la implementación de medidas preventivas que constituyen el cuadro de vacunación de infantes, y por supuesto son las niñas, niños y adolescentes a quienes específicamente se le ha negado el derecho a la vacunación contra el COVID-19, minimizando e invisibilizando de forma criminal a los menores.

También hablando de salud, no debemos olvidar la salud mental de nuestras niñas, niños y adolescentes: fueron ellas y ellos los más afectados debido al confinamiento por la pandemia. En el 2020, mil 150 menores de edad decidieron quitarse la vida (ENSANUT), ello representa un promedio de 3 menores cada día. Por su parte, el pensamiento suicida aumentó del 5.1 por ciento al 6.9 de 2018 al 2020 y la conducta suicida pasó de 3.9 al 6 por ciento.

Abramos los ojos, incluso antes de la pandemia, las niñas, niños y adolescentes sufrían de enfermedades mentales sin ninguna clase de apoyo, hoy más que nunca el COVID-19 puso en riesgo el bienestar de nuestras futuras generaciones, ahí, confinados en casa, aislados de sus amigos, enfrentándose a la pérdida, a la violencia intrafamiliar, al abuso físico y sexual, al azote del desempleo y las condiciones de la economía, están nuestras niñas, niños y adolescentes siendo las víctimas silenciosas más vulnerables y lastimadas.

Abracémoslos desde el alma, hoy más que nunca necesitan de nuestra atención y de nuestra generosidad, que sean las niñas, niños y adolescentes el motor de nuestro día a día: la pandemia nos azotó a todos, pero depende de nosotros levantarnos y unirnos en la causa del crecimiento saludable y feliz de nuestra infancia.

Si aspiramos a pensar en un México próspero, justo e incluyente, nuestras niñas, niños y adolescentes deben estar en el centro de las políticas públicas, en el centro de las actividades privadas y sociales; todas y todos debemos tener el compromiso moral y legal de garantizar los derechos de la niñez.

* Dirigente Estatal del PAN en Jalisco.