/ viernes 1 de mayo de 2020

Densidad, hacinamiento y pandemia

Quienes hemos estudiado la densidad poblacional como factor de la calidad de vida de los ciudadanos, siempre nos viene a la mente el sector de Manhattan en la ciudad de Nueva York de los Estados Unidos que, de acuerdo a las cifras oficiales, tiene 25 mil habitantes por Km2. Lo presuntuoso de esta zona de especulación es conocida, no sólo por lo ilustre de sus habitantes, sino por sus lujosos rascacielos, factores inherentes de esa densidad.

Ciudades como Bangkok en Tailandia y Sao Paulo en Brasil también son referentes de la alta densidad poblacional. Pero llaman la atención en México, sectores habitacionales como el populoso barrio de Tepito o el sector libertad en Guadalajara, los cuales también se ubican como parte de las zonas urbanas del mayor número de habitantes por Km2 y no como consecuencia de rascacielos como Nueva York o multifamiliares en Italia sino por los cientos, o más bien miles, de vecindades o vivienda horizontal precaria en nuestro país.

Con esos datos absolutos, es decir de la realidad concreta, en la siguiente etapa de evaluación de los estragos sanitarios y de transmisión del virus COVID-19, es muy probable el resurgimiento del término “hacinamiento habitacional” y la relatividad poblacional mejor conocida como densidad urbana y las ciudades deberán de ser atendidas en la emergencia de su nueva planeación.

Nezahualcóyotl en el área metropolitana de la Ciudad de México tiene, de acuerdo al INEGI, alrededor de 20 mil habitantes por Km2, es decir casi el doble de la Ciudad de Nueva York pero poco menos que Manhattan. La gran diferencia de esa concentración de personas son las diferencias en las condiciones psicosociales y concretas de sus habitantes.

Nunca será igual vivir en 50 m2 frente al Central Park en Nueva York que en 60 m2 con 5 hijos en un departamento promovido por el INFONAVIT en cualquier parte de Tlajomulco, Tonalá, Tlaquepaque o las colonias proletarias de Zapopan.

Esa necesaria concatenación nos dará un factor de análisis para explicarnos la razón de los contagios que hoy se están registrando, de acuerdo a las cifras oficiales, de un contagio por minuto en las 24 horas anteriores al 1° de mayo, que le dan la razón a quienes han extremado la convocatoria para convencer a la mayoría de los ciudadanos de evitar el contacto.

Lo inevitable es que el hacinamiento, sobre todo en México y sus metrópolis, está ligado a la cuestión de clases sociales. Vivir hacinado con poca familia y un jardín decoroso no puede ser lo mismo en el hacinamiento de las múltiples familias habitantes de la misma vecindad. Pero además, atiborrar inevitablemente, el transporte público para seguir generando la cadena productiva de esta condición urbana es desigualdad, exclusión y abismo económico. Lo cual nos convoca a debatir sobre las próximas necesidades de la planeación de nuestras ciudades en las cuales no será suficiente sembrar viviendas alejadas entre sí, sino desarrollar una vida comunitaria más pertinente, es decir hacer una ciudad realmente vivible e igualitaria.


Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com



Quienes hemos estudiado la densidad poblacional como factor de la calidad de vida de los ciudadanos, siempre nos viene a la mente el sector de Manhattan en la ciudad de Nueva York de los Estados Unidos que, de acuerdo a las cifras oficiales, tiene 25 mil habitantes por Km2. Lo presuntuoso de esta zona de especulación es conocida, no sólo por lo ilustre de sus habitantes, sino por sus lujosos rascacielos, factores inherentes de esa densidad.

Ciudades como Bangkok en Tailandia y Sao Paulo en Brasil también son referentes de la alta densidad poblacional. Pero llaman la atención en México, sectores habitacionales como el populoso barrio de Tepito o el sector libertad en Guadalajara, los cuales también se ubican como parte de las zonas urbanas del mayor número de habitantes por Km2 y no como consecuencia de rascacielos como Nueva York o multifamiliares en Italia sino por los cientos, o más bien miles, de vecindades o vivienda horizontal precaria en nuestro país.

Con esos datos absolutos, es decir de la realidad concreta, en la siguiente etapa de evaluación de los estragos sanitarios y de transmisión del virus COVID-19, es muy probable el resurgimiento del término “hacinamiento habitacional” y la relatividad poblacional mejor conocida como densidad urbana y las ciudades deberán de ser atendidas en la emergencia de su nueva planeación.

Nezahualcóyotl en el área metropolitana de la Ciudad de México tiene, de acuerdo al INEGI, alrededor de 20 mil habitantes por Km2, es decir casi el doble de la Ciudad de Nueva York pero poco menos que Manhattan. La gran diferencia de esa concentración de personas son las diferencias en las condiciones psicosociales y concretas de sus habitantes.

Nunca será igual vivir en 50 m2 frente al Central Park en Nueva York que en 60 m2 con 5 hijos en un departamento promovido por el INFONAVIT en cualquier parte de Tlajomulco, Tonalá, Tlaquepaque o las colonias proletarias de Zapopan.

Esa necesaria concatenación nos dará un factor de análisis para explicarnos la razón de los contagios que hoy se están registrando, de acuerdo a las cifras oficiales, de un contagio por minuto en las 24 horas anteriores al 1° de mayo, que le dan la razón a quienes han extremado la convocatoria para convencer a la mayoría de los ciudadanos de evitar el contacto.

Lo inevitable es que el hacinamiento, sobre todo en México y sus metrópolis, está ligado a la cuestión de clases sociales. Vivir hacinado con poca familia y un jardín decoroso no puede ser lo mismo en el hacinamiento de las múltiples familias habitantes de la misma vecindad. Pero además, atiborrar inevitablemente, el transporte público para seguir generando la cadena productiva de esta condición urbana es desigualdad, exclusión y abismo económico. Lo cual nos convoca a debatir sobre las próximas necesidades de la planeación de nuestras ciudades en las cuales no será suficiente sembrar viviendas alejadas entre sí, sino desarrollar una vida comunitaria más pertinente, es decir hacer una ciudad realmente vivible e igualitaria.


Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com