/ domingo 30 de enero de 2022

Del hartazgo al conformismo resignado

No puedo evitar recordar y asombrarme de lo que me ha tocado vivir en mi país. Después de lograr vencer la degradación del partido hegemónico que logró extenderse por más de 7 décadas, se optó por probar a la oposición. Así ganaron 2 presidentes de derecha; el cambio de discurso no fue suficiente, generaron desgaste pronto y devolvieron la silla presidencial al PRI de nuevo; se dijo que todo lo malo era culpa del PRI y del PAN y se le da oportunidad a una tercera opción con disfraz de izquierda, que parecía incompleta, que no convencía en el proyecto, pero gana por el rechazo a los demás, por el error de otros y no por aciertos propios.

Ahora presenciamos un gobierno populista que se esperaba distinto, pero es similar: en el gobierno actual de México hay igual o más corrupción, asesinatos, prepotencia, abusos, lujos, excesos, favoritismos, amiguismos. No es un mejor gobierno que los anteriores. Los actuales funcionarios no ganan menos, no gozan menos de privilegios anti éticos, ahora están los que reclamaron en el pasado pero disfrutan ahora sin corregir. No hacen las cosas bien como la sociedad desea. Quedan a deber. No, no estamos orgullosos de los mexicanos que nos representan en el gabinete, ni en la representación internacional como embajadores, ni de los funcionarios que la federación envía a los estados para operar programas y utilizar el presupuesto público.

Cada día se cuestiona más al presidente en que se gasta el dinero del pueblo y su argumentación convence menos que las de los anteriores. Hoy el dinero se malgasta, se escurre en corrupción, en caprichos, en improvisaciones, para reparar errores de este y no de anteriores gobiernos, que se podrían evitar –y castigar- por negligencia, por incapacidad, por favorecer políticamente a algunos y que nos provocan daños y afectaciones a la mayoría de los mexicanos, aunque entre esta mayoría se encuentran demasiados que se hacen de la vista gorda, que callan, que son apáticos, que no quieren molestar al poder, que no desean hacerse visibles, que temen que el presidente los persiga o los sume entre sus adversarios. También hay demasiados sumisos, incapaces de darse cuenta de lo que pasa, crédulos, ultra confiados en López Obrador, que se comen los discursos y saborean las mañaneras del presidente sin dudar, cuestionar, analizar ni revisar. ¿Para que?

A este país le hacen falta muchos más mexicanos que revisen y auditen los actos de gobierno. De este y de cualquier otro gobierno. No se trata de combatir a AMLO por sistema ni de atacarlo sin razón. Se trata de que quien esté en el poder hay que criticarlo, hay que exigirle, hay que presionarlo, para que realice su mejor esfuerzo, para que no caiga en tentaciones insanas, para que no se asuman por encima de la ley o crean que son superiores, blindados, inmunes a ser castigados por sus actos, por sus omisiones, por sus excesos, por sus errores, como cualquier otro ciudadano de México.

Estábamos mal y no estamos mejor ahora. No me resigno a pensar que son todos iguales, que no pueda haber políticos honestos. Me resisto a resignarme a que no hay de otros. México merece mejores gobernantes de los que tenemos. Necesitamos que no sean corruptos, abusivos y que piensen en la colectividad en lugar de en sus intereses personales. Un presidente así ni lo hemos tenido ni lo tenemos. Por eso seguiré buscándolo sin conformarme, sin resignarme y alzando la voz por el bien de todos. Elijo la resistencia a la sumisión.


www.inteligenciapolitica.org

No puedo evitar recordar y asombrarme de lo que me ha tocado vivir en mi país. Después de lograr vencer la degradación del partido hegemónico que logró extenderse por más de 7 décadas, se optó por probar a la oposición. Así ganaron 2 presidentes de derecha; el cambio de discurso no fue suficiente, generaron desgaste pronto y devolvieron la silla presidencial al PRI de nuevo; se dijo que todo lo malo era culpa del PRI y del PAN y se le da oportunidad a una tercera opción con disfraz de izquierda, que parecía incompleta, que no convencía en el proyecto, pero gana por el rechazo a los demás, por el error de otros y no por aciertos propios.

Ahora presenciamos un gobierno populista que se esperaba distinto, pero es similar: en el gobierno actual de México hay igual o más corrupción, asesinatos, prepotencia, abusos, lujos, excesos, favoritismos, amiguismos. No es un mejor gobierno que los anteriores. Los actuales funcionarios no ganan menos, no gozan menos de privilegios anti éticos, ahora están los que reclamaron en el pasado pero disfrutan ahora sin corregir. No hacen las cosas bien como la sociedad desea. Quedan a deber. No, no estamos orgullosos de los mexicanos que nos representan en el gabinete, ni en la representación internacional como embajadores, ni de los funcionarios que la federación envía a los estados para operar programas y utilizar el presupuesto público.

Cada día se cuestiona más al presidente en que se gasta el dinero del pueblo y su argumentación convence menos que las de los anteriores. Hoy el dinero se malgasta, se escurre en corrupción, en caprichos, en improvisaciones, para reparar errores de este y no de anteriores gobiernos, que se podrían evitar –y castigar- por negligencia, por incapacidad, por favorecer políticamente a algunos y que nos provocan daños y afectaciones a la mayoría de los mexicanos, aunque entre esta mayoría se encuentran demasiados que se hacen de la vista gorda, que callan, que son apáticos, que no quieren molestar al poder, que no desean hacerse visibles, que temen que el presidente los persiga o los sume entre sus adversarios. También hay demasiados sumisos, incapaces de darse cuenta de lo que pasa, crédulos, ultra confiados en López Obrador, que se comen los discursos y saborean las mañaneras del presidente sin dudar, cuestionar, analizar ni revisar. ¿Para que?

A este país le hacen falta muchos más mexicanos que revisen y auditen los actos de gobierno. De este y de cualquier otro gobierno. No se trata de combatir a AMLO por sistema ni de atacarlo sin razón. Se trata de que quien esté en el poder hay que criticarlo, hay que exigirle, hay que presionarlo, para que realice su mejor esfuerzo, para que no caiga en tentaciones insanas, para que no se asuman por encima de la ley o crean que son superiores, blindados, inmunes a ser castigados por sus actos, por sus omisiones, por sus excesos, por sus errores, como cualquier otro ciudadano de México.

Estábamos mal y no estamos mejor ahora. No me resigno a pensar que son todos iguales, que no pueda haber políticos honestos. Me resisto a resignarme a que no hay de otros. México merece mejores gobernantes de los que tenemos. Necesitamos que no sean corruptos, abusivos y que piensen en la colectividad en lugar de en sus intereses personales. Un presidente así ni lo hemos tenido ni lo tenemos. Por eso seguiré buscándolo sin conformarme, sin resignarme y alzando la voz por el bien de todos. Elijo la resistencia a la sumisión.


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