/ jueves 15 de octubre de 2020

Debate hídrico en Chihuahua

Lo que debería ser un “debate” acerca del usufructo del agua como un derecho humano de todos los mexicanos, ha tomado la forma de un conflicto político electoral en uno de los estados de la República Mexicana con mayor tradición en la resistencia hacia el centro en la historia de la república. Chihuahua es actualmente el epicentro de un conflicto extendido en la frontera norte con los Estados Unidos de América, desde que en 1944 nuestro país firmó un tratado para la administración del recurso vital en la producción agrícola entre los dos estados fronterizos, Texas USA y Chihuahua México.

Sin embargo, y no obstante la algidez en las manifestaciones en otros escenarios, como el de la Presa Solís en el estado de Guanajuato y en torno al usufructo de la cuenca más rica del territorio nacional, en el caso de la presa La Boquilla en ese estado norteño, ya cobró una víctima inocente. La joven señora Jessica Silva es ahora una víctima en lo que nunca debió suceder, es decir la violencia injustificada contra el ejercicio de uno de los derechos fundamentales de todo ciudadano: La libertad de expresión.

El bochornoso evento que cobró la vida de Jessica a manos de los disparos realizados por la Guardia Nacional, no tienen parámetro ni se comparan con los gritos y sombrerazos en los consejos de las cuencas administradas por la Comisión Nacional de Aguas del Gobierno Federal (CONAGUA), ya que se trata de una facultad constitucional otorgada al jefe del ejecutivo federal.

El desencuentro generado en torno a la presa La Boquilla no es nuevo y, mucho menos original, si consideramos la historia y la demanda de todos los asentamientos humanos a lo largo de las cuencas hidrológicas del mundo. Pero más grave resulta por las necesidades productivas de los habitantes en un país, tecnológica-industrial y económicamente dependiente como México.

El interés primigenio de cada nación en disputa es comprensible. De hecho, Estados Unidos de América está protegiendo su producción agropecuaria, la cual, como bien señala el experto en hidrología Arnoldo Valenzuela “… los países, como el vecino del norte, que protegen su producción agropecuaria, son países consolidados económicamente” y continúa señalando “… para los que no impulsan el desarrollo del campo, el fracaso está a la vuelta de la esquina”.

A lo anterior debemos agregar, el daño colateral que se presenta en la acuacultura, es decir las coperativas de pescadores afectadas por la baja de niveles del agua, tal y como ha sucedido en el presente año donde la pesca de Tilapia parece haber sido suspendida en la presa El Granero, según lo señalado por Víctor Leyva a Milenio Diario en representación de la Cooperativa. Al final, el problema es el pago del agua que se le adeuda a los Estados Unidos de América y la aceptación de un “plazo perentorio” que habrá de vencer el próximo 24 de octubre.

Mientras ello ocurre y en medio del conflicto, verbal y político, entre el Gobernador Corral y el Presidente López Obrador, agroproductores mexicanos del norte, que también es México, temen por sus tierras y ante una amenazante sequía.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com

Lo que debería ser un “debate” acerca del usufructo del agua como un derecho humano de todos los mexicanos, ha tomado la forma de un conflicto político electoral en uno de los estados de la República Mexicana con mayor tradición en la resistencia hacia el centro en la historia de la república. Chihuahua es actualmente el epicentro de un conflicto extendido en la frontera norte con los Estados Unidos de América, desde que en 1944 nuestro país firmó un tratado para la administración del recurso vital en la producción agrícola entre los dos estados fronterizos, Texas USA y Chihuahua México.

Sin embargo, y no obstante la algidez en las manifestaciones en otros escenarios, como el de la Presa Solís en el estado de Guanajuato y en torno al usufructo de la cuenca más rica del territorio nacional, en el caso de la presa La Boquilla en ese estado norteño, ya cobró una víctima inocente. La joven señora Jessica Silva es ahora una víctima en lo que nunca debió suceder, es decir la violencia injustificada contra el ejercicio de uno de los derechos fundamentales de todo ciudadano: La libertad de expresión.

El bochornoso evento que cobró la vida de Jessica a manos de los disparos realizados por la Guardia Nacional, no tienen parámetro ni se comparan con los gritos y sombrerazos en los consejos de las cuencas administradas por la Comisión Nacional de Aguas del Gobierno Federal (CONAGUA), ya que se trata de una facultad constitucional otorgada al jefe del ejecutivo federal.

El desencuentro generado en torno a la presa La Boquilla no es nuevo y, mucho menos original, si consideramos la historia y la demanda de todos los asentamientos humanos a lo largo de las cuencas hidrológicas del mundo. Pero más grave resulta por las necesidades productivas de los habitantes en un país, tecnológica-industrial y económicamente dependiente como México.

El interés primigenio de cada nación en disputa es comprensible. De hecho, Estados Unidos de América está protegiendo su producción agropecuaria, la cual, como bien señala el experto en hidrología Arnoldo Valenzuela “… los países, como el vecino del norte, que protegen su producción agropecuaria, son países consolidados económicamente” y continúa señalando “… para los que no impulsan el desarrollo del campo, el fracaso está a la vuelta de la esquina”.

A lo anterior debemos agregar, el daño colateral que se presenta en la acuacultura, es decir las coperativas de pescadores afectadas por la baja de niveles del agua, tal y como ha sucedido en el presente año donde la pesca de Tilapia parece haber sido suspendida en la presa El Granero, según lo señalado por Víctor Leyva a Milenio Diario en representación de la Cooperativa. Al final, el problema es el pago del agua que se le adeuda a los Estados Unidos de América y la aceptación de un “plazo perentorio” que habrá de vencer el próximo 24 de octubre.

Mientras ello ocurre y en medio del conflicto, verbal y político, entre el Gobernador Corral y el Presidente López Obrador, agroproductores mexicanos del norte, que también es México, temen por sus tierras y ante una amenazante sequía.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com