David Aréchiga Landeros*
Los incendios forestales en Jalisco y en todo el territorio mexicano, son provocados por las quemas que hacen los ejidatarios, pequeños y grandes propietarios y los poderosos y privilegiados empresarios dedicados a los negocios inmobiliarios, dentro de las zonas boscosas de élite.
Los ejidatarios y dizque pequeños propietarios cercanos al bosque de La Primavera, casi dentro de la Zona Metropolitana, queman el bosque para extender sus terrenos de siembra, de tal manera, que en el último medio siglo han acaparado casi la mitad de la superficie del bosque, que ahora cuenta con una mermada superficie aproximada de 35,000 hectáreas, debiendo considerarse lo que se ha quemado en marzo y abril del presente año y lo que se acumule con los incendios que se provocarán en mayo y junio próximos, antes de que se regularicen las lluvias, bajo una impunidad que la autoridad no ha sabido explicar.
El señor gobernador acaba de exhortar a los agricultores que avisen a la autoridad para que los apoye en sus quemas controladas, con el fin de que el fuego no se extienda, pero resulta que el gobierno carece del personal necesario para atender a todo el estado en esa tarea, por lo que la quemazón sigue y seguirá impune.
En cuanto a los empresarios inmobiliarios, existe contubernio con las autoridades para conseguir permisos de construcción en dicha zona como gran negocio para las dos partes, creando la figura de la "afirmativa ficta" que se da cuando los ayuntamientos mañosamente no contestan la petición de permiso de los fraccionadores, aplicando la ley de "el que calla otorga", gracias a las sesudas resoluciones de los magistrados como parte del equipo, con lo que resulta que todos han ganado menos el bosque y los habitantes metropolitanos que tenemos la añeja costumbre de respirar el aire del bosque, pero sin humo.
A todo esto hay que agregar que los propietarios que viven o tienen su casa de campo dentro del bosque, no se han preocupado por invertir en la seguridad de La Primavera, ateniéndose al gobierno que hace muy poco o nada por su conservación y mantenimiento.
Ha habido en el pasado, algunos tibios intentos del gobierno por expropiar esa zona protegida y cercar el polígono para cuidar el bosque de sus depredadores, pero la autoridad se ha enfrentado a la influencia de algunos propietarios con fuerza política y sus herederos, para conservar sus privilegios como en la época de la monarquía.
Pero la cuestión más grave se encuentra en que a gobernantes y empresarios inmobiliarios les conviene económicamente continuar con la destrucción del bosque de La Primavera, porque los permisos y construcciones de fraccionamientos les dejan muchas ganancias en dádivas e impuestos permanentes y millonarios por concepto del predial y agua, elemento este último, que se nos puede acabar, porque en mucho, el vital líquido es generado por el bosque que se está destruyendo y el Lago de Chapala que se está secando, todo lo cual resulta una paradoja trágica y perversa, de terribles consecuencias, envuelta en el torbellino de un círculo vicioso.
Esa es la simple explicación, entre otras, que nos puede llevar a la idea sobre el porqué de los gravísimos incendios provocados en Jalisco, que no son impedidos y menos castigados.
El problema del agua ya es una tragedia en Jalisco, sobre todo para los miles de usuarios que carecen del líquido o que no son surtidos con normalidad, amén de las enfermedades infecciosas y fatales producidas, situación que se irá agravando conforme se sigan consintiendo los incendios y haciendo proyectos como "El Zapotillo", para ganancia de la alta burocracia, sin cuidar los acuíferos naturales del Bosque La Primavera y el Lago de Chapala, anteponiendo los intereses económicos, políticos y personales del gobernante, sobre el derecho más sagrado de la sociedad que debe sobrevivir con respeto y humanismo.
El instrumento más idóneo que tenemos los ciudadanos, es la posibilidad de escoger en las próximas elecciones, independientemente de partidos, colores e ideologías, si existe alguna, a mexicanos honestos que hagan bien su trabajo, en un proceso respetuoso apegado a la legalidad y el respeto al ciudadano, como mandante de los gobernantes, quienes deben obedecer como mandatarios.
Eso demanda la sociedad, porque la sobrevivencia de México está primero.
*Doctor en Ciencias. Universidad de Guadalajara.