/ martes 9 de mayo de 2017

De Chema Robles a Donald Trump; la improvisación en la política

Casos especiales desde que el glamour fue incorporado al almacén de recursos de la política. Los actores de cine y las mujeres, también a la política

Primera de dos partes

José Aguilera Arévalo

Ahora que Donald Trump cumplió sus primeros 100 días como presidente de los Estados Unidos de América del Norte, nos hizo reflexionar nuevamente sobre los tumbos que ha venido dando la política -no solamente en su país, sino también en el nuestro-, cuando ciertamente preocupado, dijo que no imaginaba que fuera tan difícil desempeñar el cargo para el que fue electo. “Pensé que era más fácil”, dijo al comparar sus nuevas responsabilidades con su vida anterior de magnate.

La reflexión nos llevó a recordar los días en que en México se empezaban a sentir los vientos de cambio y aquí en Jalisco, se desplazaba del poder al PRI, para poner en los puestos de Gobierno al PAN. Y recordamos aquella ocasión en que el entonces presidente municipal de Tlaquepaque, el panista José María Robles, un poco cansado y -si me fuerzan- hasta compungido, se expresaba de su situación de la misma manera que hace días lo hizo Trump: no se imaginaban que ser alcalde de Tlaquepaque tuviera tantas dificultades. Lo dijo en reunión informal con un grupo de reporteros a los que nos distinguía con su confianza.

Los casos parecen estar bastante distantes por los tiempos y los tamaños de cada una de las dos responsabilidades, pero las causas y las circunstancias son bastante parecidas: todo se debe a las prácticas de improvisación que se están dando en la política, tanto a nivel local, como en el campo internacional.

El teatro de la Nación

Sobre los estilos que se están presentando en la manera de manejar la política, o mejor dicho a los políticos, los críticos estiman que todo se debe a la intención de presentar siempre alguna novedad a los ojos de los electores, a fin de dar más realismo a los procedimientos.

Puedo aquí repetir un comentario que ya hice en una columna anterior y que es una especie de reproducción de lo expresado en un libro de su servidor titulado “Guadalajara Romántica, Erótica… Globalizada y Criminalizada”. En dicho libro, publicamos la frase del entonces dirigente nacional de los patrones, cuando decía que históricamente “la política ha sido pan y circo”, pero que en la actualidad (hablamos de las décadas de los setenta-ochentas), la política es de a penas unos trozos de pan y de “un circo de siete pistas”.

O sea que desde entonces (hace más de 30 años), la actividad en la política  ha dado un giro más fuerte hacia lo que pudiera ser espectacular, o cuando menos,  glamoroso.

El tlaquepaquense y el neoyorkino

De esa manera, hace tiempo se llevó a la presidencia de Estados Unidos a un actor cinematográfico que fue Donald Reagan, y a otro, Arnold Schwarzenneger, al gobierno de California. A un ranchero con botas vaqueras al gobierno de México; y a mujeres también a la presidencia en diferentes países de más de uno o dos continentes.

Es el glamour en la política, para delicia y entretenimiento de los espectadores.

Claro que para lograr este objetivo, a veces se tiene que improvisar, como en los casos de José María Robles Quintero en Tlaquepaque y de Donald Trump en los EU, quienes se dijeron sorprendidos de encontrarse con situaciones que no se imaginaban eran tan difíciles.

Continuará...

Casos especiales desde que el glamour fue incorporado al almacén de recursos de la política. Los actores de cine y las mujeres, también a la política

Primera de dos partes

José Aguilera Arévalo

Ahora que Donald Trump cumplió sus primeros 100 días como presidente de los Estados Unidos de América del Norte, nos hizo reflexionar nuevamente sobre los tumbos que ha venido dando la política -no solamente en su país, sino también en el nuestro-, cuando ciertamente preocupado, dijo que no imaginaba que fuera tan difícil desempeñar el cargo para el que fue electo. “Pensé que era más fácil”, dijo al comparar sus nuevas responsabilidades con su vida anterior de magnate.

La reflexión nos llevó a recordar los días en que en México se empezaban a sentir los vientos de cambio y aquí en Jalisco, se desplazaba del poder al PRI, para poner en los puestos de Gobierno al PAN. Y recordamos aquella ocasión en que el entonces presidente municipal de Tlaquepaque, el panista José María Robles, un poco cansado y -si me fuerzan- hasta compungido, se expresaba de su situación de la misma manera que hace días lo hizo Trump: no se imaginaban que ser alcalde de Tlaquepaque tuviera tantas dificultades. Lo dijo en reunión informal con un grupo de reporteros a los que nos distinguía con su confianza.

Los casos parecen estar bastante distantes por los tiempos y los tamaños de cada una de las dos responsabilidades, pero las causas y las circunstancias son bastante parecidas: todo se debe a las prácticas de improvisación que se están dando en la política, tanto a nivel local, como en el campo internacional.

El teatro de la Nación

Sobre los estilos que se están presentando en la manera de manejar la política, o mejor dicho a los políticos, los críticos estiman que todo se debe a la intención de presentar siempre alguna novedad a los ojos de los electores, a fin de dar más realismo a los procedimientos.

Puedo aquí repetir un comentario que ya hice en una columna anterior y que es una especie de reproducción de lo expresado en un libro de su servidor titulado “Guadalajara Romántica, Erótica… Globalizada y Criminalizada”. En dicho libro, publicamos la frase del entonces dirigente nacional de los patrones, cuando decía que históricamente “la política ha sido pan y circo”, pero que en la actualidad (hablamos de las décadas de los setenta-ochentas), la política es de a penas unos trozos de pan y de “un circo de siete pistas”.

O sea que desde entonces (hace más de 30 años), la actividad en la política  ha dado un giro más fuerte hacia lo que pudiera ser espectacular, o cuando menos,  glamoroso.

El tlaquepaquense y el neoyorkino

De esa manera, hace tiempo se llevó a la presidencia de Estados Unidos a un actor cinematográfico que fue Donald Reagan, y a otro, Arnold Schwarzenneger, al gobierno de California. A un ranchero con botas vaqueras al gobierno de México; y a mujeres también a la presidencia en diferentes países de más de uno o dos continentes.

Es el glamour en la política, para delicia y entretenimiento de los espectadores.

Claro que para lograr este objetivo, a veces se tiene que improvisar, como en los casos de José María Robles Quintero en Tlaquepaque y de Donald Trump en los EU, quienes se dijeron sorprendidos de encontrarse con situaciones que no se imaginaban eran tan difíciles.

Continuará...