La responsabilidad en la conducción del gobierno recae ineludiblemente en su jefe, el presidente de la República, que además es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, por lo que el ejército de aire mar y tierra está a su mando.
La problemática del País es enorme, por más que se quiera minimizar y aun soslayar por el propio jefe del Ejecutivo. La incesante y cada vez mas extendida violencia, el desabasto de medicinas que muchísimos estamos experimentando en carne propia con un evidente deterioro de nuestra salud; los servicios en esta materia, con notoria deficiencia; la tremenda polarización que ha dividido familias, grupos sociales y pérdida de amistades.
Estos son solo algunos de los focos rojos prendidos en el tablero de instrumentos del gobierno y que son desdeñados por su titular y el ejército de zalameros e incondicionales que le siguen.
Pero extrañamente el jefe del Ejecutivo ha ignorado esas señales de alerta y sigue adelante con su proyecto transexenal que se encuentra apuntalado por los elementos que estratégicamente ha colocado en los Gobiernos de los Estados, en el Legislativo Federal, en el Poder Judicial Federal y por su puesto en la milicia.
200,000 muertos por la violencia desatada por el crimen organizado; más de 700,000 muertos por la pandemia del COVID19 mal atendida por el Gobierno a su mando y con un error de cálculo mayúsculo repartido entre la soberbia de López Gatell y la incompetencia de Alcocer.
Para colmo, concluye su sexenio plagado de yerros, donde apostó todo a sus obras faraónicas, a sus proyectos personales, a su permanencia transexenal mediante programas sociales a modo, y con una muestra más que clara de su incompetencia o su connivencia con el crimen organizado en Culiacán como sangriento botón de muestra y para Ripley le echa la culpa al Gobierno de Estados Unidos y junto con su vocera de lujo Claudia Sheinbaum y el inepto Gobernador de Sinaloa, cándidamente dicen que lo mejor es esperar a que de mutuo propio los bandos delincuenciales que se disputan la plaza dejen de agredirse.
Eso es el colmo de la indiferencia, de la incapacidad de mando, la muestra de un Estado Fallido, la clara demostración de que no tenemos un Estado de Derecho y que el presidente López Obrador, que pudo pasar a la historia como el mejor presidente que hubiéramos tenido, pasará tristemente a ocupar el sótano ignominioso del peor, el más incapaz, el más mentiroso y falso.
Los millones de afectados por el desgobierno, lo señalarán con su dedo índice como el responsable del fracaso de la 4T y en su conciencia pesarán los miles de muertos y de desaparecidos a quienes desdeñó, y así como él dice que amor con amor se paga, también la vida cobra lo que se hace mal, y cobra muy caro.
Lo dicho: la esperanza de México se convirtió en la más triste y amarga decepción. Pobre México, tan cerca de los Tabasqueños y tan lejos de la paz, la seguridad y el progreso.