/ lunes 4 de julio de 2022

Crisis forense

El pasado domingo familiares de personas desaparecidas se manifestaron fuera de las instalaciones del Servicio Médico Forense en Tlaquepaque, su demanda: la entrega de los restos de sus seres queridos.

Se estima que hay más de 300 personas identificadas que no han sido entregadas a sus familias por temas administrativos y señalan que los retrasos llevan superan incluso el año. Según expertas y expertos, la crisis forense que hoy se vive en el estado, es distinta a aquella de finales del sexenio pasado, la diferencia radica en que en el periodo de Aristóteles el problema era el trato indigno de los cuerpos y hoy en día se centra precisamente en la identificación de los cuerpos. El problema es gravísimo porque la institución tiene un déficit de personal y deficiencias en lo que respecta a bancos de ADN.

En febrero del 2020, por ejemplo, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, se comprometió a que en conjunto con la Secretaría de Gobierno del Estado, se crearía un Centro de Identificacion Humana que contaría con fondos federales y estatales. Sin embargo, hace apenas un mes, comenzó su construcción. De ese tamaño el rezago en el estado que suma más de quince mil desapariciones y encabeza la lista a nivel nacional.

Es claro que no es un problema que atañe solamente a Jalisco, sino que adolece en todo el país. Hace un par de meses, el presidente de la república envió una iniciativa que de hecho, ya se aprobó y consiste en la creación de Centro Nacional de Identificación Humana, una unidad administrativa enfocada exclusivamente en la identificación humana, es decir, busca garantizar el derecho a la búsqueda, a la identificación y a la verdad pero sin sustituir responsabilidades y obligaciones de los servicios forenses de las fiscalías ni los tribunales.

La crisis forense es un síntoma de la crisis de violencia. En nuestro estado y en todo México han sido las familias quienes han presionado y quienes se han movilizado para exigir justicia, para buscar a sus seres queridos, para identificarles y tejer un ejercicio de memoria histórica y colectiva que ayude a sanar esta herida de muerte, desaparición y violencia que tanto dolor ha causado los últimos quince años.

El pasado domingo familiares de personas desaparecidas se manifestaron fuera de las instalaciones del Servicio Médico Forense en Tlaquepaque, su demanda: la entrega de los restos de sus seres queridos.

Se estima que hay más de 300 personas identificadas que no han sido entregadas a sus familias por temas administrativos y señalan que los retrasos llevan superan incluso el año. Según expertas y expertos, la crisis forense que hoy se vive en el estado, es distinta a aquella de finales del sexenio pasado, la diferencia radica en que en el periodo de Aristóteles el problema era el trato indigno de los cuerpos y hoy en día se centra precisamente en la identificación de los cuerpos. El problema es gravísimo porque la institución tiene un déficit de personal y deficiencias en lo que respecta a bancos de ADN.

En febrero del 2020, por ejemplo, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, se comprometió a que en conjunto con la Secretaría de Gobierno del Estado, se crearía un Centro de Identificacion Humana que contaría con fondos federales y estatales. Sin embargo, hace apenas un mes, comenzó su construcción. De ese tamaño el rezago en el estado que suma más de quince mil desapariciones y encabeza la lista a nivel nacional.

Es claro que no es un problema que atañe solamente a Jalisco, sino que adolece en todo el país. Hace un par de meses, el presidente de la república envió una iniciativa que de hecho, ya se aprobó y consiste en la creación de Centro Nacional de Identificación Humana, una unidad administrativa enfocada exclusivamente en la identificación humana, es decir, busca garantizar el derecho a la búsqueda, a la identificación y a la verdad pero sin sustituir responsabilidades y obligaciones de los servicios forenses de las fiscalías ni los tribunales.

La crisis forense es un síntoma de la crisis de violencia. En nuestro estado y en todo México han sido las familias quienes han presionado y quienes se han movilizado para exigir justicia, para buscar a sus seres queridos, para identificarles y tejer un ejercicio de memoria histórica y colectiva que ayude a sanar esta herida de muerte, desaparición y violencia que tanto dolor ha causado los últimos quince años.