/ miércoles 6 de octubre de 2021

Crisis, epidemias; Gurrola y el Infierno de Dante

Motivo de profunda preocupación es indudablemente el sinnúmero de problemas que de un tiempo a la fecha, aquejan no solamente a los jaliscienses, sino prácticamente a los habitantes de nuestro país en lo general. En lo que se ve como una funesta etapa de la vida nacional, sufrimos de variadas crisis y epidemias que se presentan de manera simultánea. Hay crisis por corrupción, crisis económica, crisis política, crisis vial, crisis emocional y crisis de seguridad pública; independientemente de la epidemia de coronavirus que nos abate y de lo que podríamos denominar como una epidemia de homicidios que se cierne sobre las diferentes clases sociales, junto con una epidemia de secuestros y de asaltos.

Siendo así las cosas y sin que nos lo hayamos propuesto, nos vienen a la memoria las estrujantes escenas infernales descritas por el genial escritor Dante Alighieri, en su Divina Comedia. Y es que el repertorio de males que nos aquejan como familia y como sociedad a quienes vivimos en este pedazo del mundo, podrían ser casi comparables a los definidas por el gigantesco autor italiano en su inmortal obra. A veces sentimos que nos acercamos a lo dantesco. Con la diferencia de que conforme a lo escrito, las que se debaten entre los tormentos del Infierno y del Limbo, son almas; y los coterráneos que enfrentan por estos tiempos incontables aflicciones de que hablamos, son personas de carne y hueso.

En este mismo tenor y cayendo nuevamente en las reflexiones de nuestra juventud en que buscábamos la razón histórica de las cosas nefastas y algunos compañeros llegaban hasta a increpar a las divinidades al hacerlas responsables del azote de las calamidades; cayendo nuevamente en ese estado de ignorancia y de preocupación, recordamos un pasaje de la novela “Destino sin Rostro”, del doctor en letras Jesús Rodríguez Gurrola, donde relata episodios de la persecución masiva de judíos y el asesinato en masa de todos los que llegaban a capturar. Y apuntaba Gurrola que tal forma de actuar y tal sucesión de episodios trágicos, sólo se explicaban por la “epidemia demencial”, que se extendió en aquel entonces por importante región de Europa.

Ahora bien, lo que sucede aquí en nuestro medio, es que la propagación de prácticas corruptas entre malos políticos y malos empresarios, sólo puede entenderse pensando en algo así como en una especie de epidemia de demencia, que invade la mente de buen número de personas, a veces por la fuerza del mal, a veces por la poca resistencia que se le opone… o por la circunstancia de sentirse acorralados.

¿Y cuáles son las formas de las crisis y las epidemias que nos atacan? Haciendo una mala copia o una caricatura del estilo descriptivo de Dante, podemos mencionar la crisis política que se da precisamente por el rezago existente en la calidad de las clases políticas; la económica, por la injusta competencia de los grandes trusts, así como los altos precios y los bajos salarios; el deficiente aprovechamiento de nuestros recursos naturales; la de vialidad, por la falta de señalamientos, la carencia de agentes y la locura que representan las legiones de motociclistas desordenados; crisis emocional por la depresión que aqueja a importante porción de la comunidad, al mismo tiempo que el aumento de la violencia en los hogares; y la pérdida del respeto por la vida humana; crisis por la corrupción, con el incremento de las transas con los presupuestos; el azote de la pandemia de coronavirus, que deja infinidad de hogares en el luto y afecta parejo la actividad pública y privada. Y paremos de contar.

Estas son simplemente las descripciones vagas de algunos de los males que nos aquejan.

¿Y la salida a este maremágnum? A lo mejor como lo dijo Dante: cuando expiemos nuestras culpas.

Para lo cual y mientras tanto. como ya lo apuntamos en nuestras columnas anteriores: Podemos ir pensando en la organización de procesiones… en lugar de manifestaciones.

* Periodista

Motivo de profunda preocupación es indudablemente el sinnúmero de problemas que de un tiempo a la fecha, aquejan no solamente a los jaliscienses, sino prácticamente a los habitantes de nuestro país en lo general. En lo que se ve como una funesta etapa de la vida nacional, sufrimos de variadas crisis y epidemias que se presentan de manera simultánea. Hay crisis por corrupción, crisis económica, crisis política, crisis vial, crisis emocional y crisis de seguridad pública; independientemente de la epidemia de coronavirus que nos abate y de lo que podríamos denominar como una epidemia de homicidios que se cierne sobre las diferentes clases sociales, junto con una epidemia de secuestros y de asaltos.

Siendo así las cosas y sin que nos lo hayamos propuesto, nos vienen a la memoria las estrujantes escenas infernales descritas por el genial escritor Dante Alighieri, en su Divina Comedia. Y es que el repertorio de males que nos aquejan como familia y como sociedad a quienes vivimos en este pedazo del mundo, podrían ser casi comparables a los definidas por el gigantesco autor italiano en su inmortal obra. A veces sentimos que nos acercamos a lo dantesco. Con la diferencia de que conforme a lo escrito, las que se debaten entre los tormentos del Infierno y del Limbo, son almas; y los coterráneos que enfrentan por estos tiempos incontables aflicciones de que hablamos, son personas de carne y hueso.

En este mismo tenor y cayendo nuevamente en las reflexiones de nuestra juventud en que buscábamos la razón histórica de las cosas nefastas y algunos compañeros llegaban hasta a increpar a las divinidades al hacerlas responsables del azote de las calamidades; cayendo nuevamente en ese estado de ignorancia y de preocupación, recordamos un pasaje de la novela “Destino sin Rostro”, del doctor en letras Jesús Rodríguez Gurrola, donde relata episodios de la persecución masiva de judíos y el asesinato en masa de todos los que llegaban a capturar. Y apuntaba Gurrola que tal forma de actuar y tal sucesión de episodios trágicos, sólo se explicaban por la “epidemia demencial”, que se extendió en aquel entonces por importante región de Europa.

Ahora bien, lo que sucede aquí en nuestro medio, es que la propagación de prácticas corruptas entre malos políticos y malos empresarios, sólo puede entenderse pensando en algo así como en una especie de epidemia de demencia, que invade la mente de buen número de personas, a veces por la fuerza del mal, a veces por la poca resistencia que se le opone… o por la circunstancia de sentirse acorralados.

¿Y cuáles son las formas de las crisis y las epidemias que nos atacan? Haciendo una mala copia o una caricatura del estilo descriptivo de Dante, podemos mencionar la crisis política que se da precisamente por el rezago existente en la calidad de las clases políticas; la económica, por la injusta competencia de los grandes trusts, así como los altos precios y los bajos salarios; el deficiente aprovechamiento de nuestros recursos naturales; la de vialidad, por la falta de señalamientos, la carencia de agentes y la locura que representan las legiones de motociclistas desordenados; crisis emocional por la depresión que aqueja a importante porción de la comunidad, al mismo tiempo que el aumento de la violencia en los hogares; y la pérdida del respeto por la vida humana; crisis por la corrupción, con el incremento de las transas con los presupuestos; el azote de la pandemia de coronavirus, que deja infinidad de hogares en el luto y afecta parejo la actividad pública y privada. Y paremos de contar.

Estas son simplemente las descripciones vagas de algunos de los males que nos aquejan.

¿Y la salida a este maremágnum? A lo mejor como lo dijo Dante: cuando expiemos nuestras culpas.

Para lo cual y mientras tanto. como ya lo apuntamos en nuestras columnas anteriores: Podemos ir pensando en la organización de procesiones… en lugar de manifestaciones.

* Periodista