/ miércoles 30 de septiembre de 2020

Criminal desperdicio económico

Cuando usted, amable lector, arrienda un bien inmueble, espera que su inquilino tenga solvencia económica y moral. Por lo general, y a pesar de las obligaciones y derechos para ambas partes a través del contrato de arrendamiento, el maltrato a la finca siempre estará presente, por el uso, bueno o malo. Habrá arrendatarios que son vándalos y destruyen el aposento. Habrá normal deterioro y otros serán menos destructores. Algunos serán incumplidos con el pago de la renta. Vendrán inconformidades y hasta pleitos jurídicos y, a fin de cuentas, el propietario tendrá que seguir desembolsando para continuar la misma historia. En ocasiones el arrendatario se fuga y saquea el inmueble.

Podría haber alguna analogía en relación a la mayoría de los políticos, presuntos servidores públicos. El ciudadano deja su ciudad o su país, casi siempre, en manos vandálicas esa gran propiedad urbana, rural junto con sus bienes naturales. Muchos de esos burócratas antes que tener un plan de trabajo para el desarrollo social, tienen su proyecto para obtener más poder, más negocios y más ganancias a costillas de la ciudadanía que (peor aún) resulta ser el patrón y los “otros”, los empleados. Pero les gana el cinismo y la impunidad.

¡¡Ah, pero qué buenos son para depredar el patrimonio nacional, estatal y municipal que es propiedad social!! Los gobernantes hacen planes de destrucción y reconstrucción que siempre sangran el presupuesto, más por el capricho y la avidez por los negocios que por la mejoría urbana. Queda comprobado que buscan diseños y gastos en “obras” que empeoran el entorno y tornan peligrosa la vialidad peatonal y vehicular.

El mejor ejemplo es el cacareado Paseo Alcalde en Guadalajara, junto con algunas obras convergentes con la línea 3 del tren ligero. El clásico ejemplo está en la Glorieta de la Normal, al menos así se le conocía, junto a la añeja Escuela Normal de Jalisco. Destruyeron pisos, puentes, jardinería que eran útiles. Igual por la calzada del Federalismo y calles aledañas y en general, en distintos puntos citadinos donde por la mañana colocan sendas planchas de concreto, cientos de metros cuadrados de jardinería y por la tarde los quitan para colocar un tubo o una manguera, por señalar algo. Miles de árboles talados en la zona metropolitana de Guadalajara con el afán de “modernizar y hacer más habitable la urbe” y a fin de cuentas resulta más peligrosa por los estorbos colocados en las banquetas, camellones y vialidades peatonales en donde es peligroso para todos, especialmente para personas con capacidades físicas distintas. Los, denominados “bolardos” son un ejemplo. Estrecharon las esquinas y disminuyeron el número de carriles en avenidas y calzadas lo cual aumenta el peligro para peatones y el riesgo de siniestros vehiculares, al tiempo que aumentará la contaminación ambiental.

Los burócratas que planean, aprueban y “pagan” esas obras, dicen que los errores de los constructores son cubiertos por estos. Nadie lo cree. Una prueba es la instalación de la línea 3 del tren ligero. Tanto tiempo de construcción y a sobre precio. Esa ruptura arquitectónica del centro histórico de Guadalajara, por ejemplo, es criminal y el INAH…bien gracias! Templos, edificios, casas, locales comerciales afectados por la destrucción de la ciudad a cargo de nuestros empleados, que bien podrían ser los inquilinos de la analogía. Y los empleos perdidos Y los comerciantes que quebraron y quedaron endeudados? Y son los mismos políticos que han aprendido, y muy bien, como destruir para luego construir. Sacan más jugo a los negocios respectivos. ¿Algún investigador o académico podría informar cuánto dinero se va al escombro con la destrucción e la zona metropolitana de Guadalajara? Sin duda son miles de millones de pesos. Dineros que también fueron tirados por el capricho o compromiso de López al cancelar el aeropuerto de Texcoco. Miles de millones que México pudo haber aplicado a otras obras y que fueron aportados por los mexicanos.

Otro gran y eterno peligro es el inexistente tiempo que tiene el peatón para cruzar las calles. La prioridad es para los vehículos, de todo tipo, que por lo general son conducidos por la irresponsabilidad y la prepotencia. Esto con la impunidad legislativa. Ya no existe, siquiera, mediana atención a la semaforización ni vehicular ni peatonal. No hay sincronía en los semáforos Tampoco hay señalamientos adecuados ni horizontales ni verticales y, cuando tiran la pintura en las calles o en los cruceros, son de mala calidad porque rápido se borra. Y cuando por algún accidente automovilístico queda tirado el poste y los semáforos y resulta perjudicado el mobiliario urbano seguramente el seguro vehicular cubre el costo o alguno de los participantes en el percance. ¿Y a dónde va ese dinero? La realidad es que la reparaciones son tardías y muchas veces inexistentes. Quizá un acierto es el diseño del mamotreto instalado en el Paseo Alcalde, en la confluencia de la calle Independencia: una cabeza con trepanación cerebral. Y….qué pasa?

* Periodista

mjimenezibanez@yahoo.com.mx

Cuando usted, amable lector, arrienda un bien inmueble, espera que su inquilino tenga solvencia económica y moral. Por lo general, y a pesar de las obligaciones y derechos para ambas partes a través del contrato de arrendamiento, el maltrato a la finca siempre estará presente, por el uso, bueno o malo. Habrá arrendatarios que son vándalos y destruyen el aposento. Habrá normal deterioro y otros serán menos destructores. Algunos serán incumplidos con el pago de la renta. Vendrán inconformidades y hasta pleitos jurídicos y, a fin de cuentas, el propietario tendrá que seguir desembolsando para continuar la misma historia. En ocasiones el arrendatario se fuga y saquea el inmueble.

Podría haber alguna analogía en relación a la mayoría de los políticos, presuntos servidores públicos. El ciudadano deja su ciudad o su país, casi siempre, en manos vandálicas esa gran propiedad urbana, rural junto con sus bienes naturales. Muchos de esos burócratas antes que tener un plan de trabajo para el desarrollo social, tienen su proyecto para obtener más poder, más negocios y más ganancias a costillas de la ciudadanía que (peor aún) resulta ser el patrón y los “otros”, los empleados. Pero les gana el cinismo y la impunidad.

¡¡Ah, pero qué buenos son para depredar el patrimonio nacional, estatal y municipal que es propiedad social!! Los gobernantes hacen planes de destrucción y reconstrucción que siempre sangran el presupuesto, más por el capricho y la avidez por los negocios que por la mejoría urbana. Queda comprobado que buscan diseños y gastos en “obras” que empeoran el entorno y tornan peligrosa la vialidad peatonal y vehicular.

El mejor ejemplo es el cacareado Paseo Alcalde en Guadalajara, junto con algunas obras convergentes con la línea 3 del tren ligero. El clásico ejemplo está en la Glorieta de la Normal, al menos así se le conocía, junto a la añeja Escuela Normal de Jalisco. Destruyeron pisos, puentes, jardinería que eran útiles. Igual por la calzada del Federalismo y calles aledañas y en general, en distintos puntos citadinos donde por la mañana colocan sendas planchas de concreto, cientos de metros cuadrados de jardinería y por la tarde los quitan para colocar un tubo o una manguera, por señalar algo. Miles de árboles talados en la zona metropolitana de Guadalajara con el afán de “modernizar y hacer más habitable la urbe” y a fin de cuentas resulta más peligrosa por los estorbos colocados en las banquetas, camellones y vialidades peatonales en donde es peligroso para todos, especialmente para personas con capacidades físicas distintas. Los, denominados “bolardos” son un ejemplo. Estrecharon las esquinas y disminuyeron el número de carriles en avenidas y calzadas lo cual aumenta el peligro para peatones y el riesgo de siniestros vehiculares, al tiempo que aumentará la contaminación ambiental.

Los burócratas que planean, aprueban y “pagan” esas obras, dicen que los errores de los constructores son cubiertos por estos. Nadie lo cree. Una prueba es la instalación de la línea 3 del tren ligero. Tanto tiempo de construcción y a sobre precio. Esa ruptura arquitectónica del centro histórico de Guadalajara, por ejemplo, es criminal y el INAH…bien gracias! Templos, edificios, casas, locales comerciales afectados por la destrucción de la ciudad a cargo de nuestros empleados, que bien podrían ser los inquilinos de la analogía. Y los empleos perdidos Y los comerciantes que quebraron y quedaron endeudados? Y son los mismos políticos que han aprendido, y muy bien, como destruir para luego construir. Sacan más jugo a los negocios respectivos. ¿Algún investigador o académico podría informar cuánto dinero se va al escombro con la destrucción e la zona metropolitana de Guadalajara? Sin duda son miles de millones de pesos. Dineros que también fueron tirados por el capricho o compromiso de López al cancelar el aeropuerto de Texcoco. Miles de millones que México pudo haber aplicado a otras obras y que fueron aportados por los mexicanos.

Otro gran y eterno peligro es el inexistente tiempo que tiene el peatón para cruzar las calles. La prioridad es para los vehículos, de todo tipo, que por lo general son conducidos por la irresponsabilidad y la prepotencia. Esto con la impunidad legislativa. Ya no existe, siquiera, mediana atención a la semaforización ni vehicular ni peatonal. No hay sincronía en los semáforos Tampoco hay señalamientos adecuados ni horizontales ni verticales y, cuando tiran la pintura en las calles o en los cruceros, son de mala calidad porque rápido se borra. Y cuando por algún accidente automovilístico queda tirado el poste y los semáforos y resulta perjudicado el mobiliario urbano seguramente el seguro vehicular cubre el costo o alguno de los participantes en el percance. ¿Y a dónde va ese dinero? La realidad es que la reparaciones son tardías y muchas veces inexistentes. Quizá un acierto es el diseño del mamotreto instalado en el Paseo Alcalde, en la confluencia de la calle Independencia: una cabeza con trepanación cerebral. Y….qué pasa?

* Periodista

mjimenezibanez@yahoo.com.mx