/ miércoles 15 de enero de 2020

Crimen y castigo

Carlos Anguiano

En México todos los días nos enteramos acerca de asesinatos, ejecutados, muertes violentas, desapariciones y otros delitos derivados del crimen organizado, del narcotráfico, pero también provocados por la violencia de género, los crímenes pasionales, el asalto o el simple deseo de alguien de eliminar de su camino a otra persona que le resulta estorbo o se opone a sus intereses. El México rojo es una noticia que poco a poco provoca a nuestra colectividad ausencia de sorpresa, falta de asombro, menor sensibilidad.

Nuestra sociedad se ha deshumanizado pero también se empieza a acostumbrar y tiende a percibir como “normal”, la terrible situación por la que atravesamos en materia de inseguridad pública, de imposibilidad de garantizar la libre y segura convivencia entre los mexicanos, la incapacidad del gobierno de garantizar protección, seguridad y salva guarda de las personas.

En principio entendamos que por cada delito que conocemos a través de la estadística oficial, ocurrieron otros 9 que no fueron registrados y de los cuales será difícil enterarnos. Esos delitos se interpretan en la llamada "cifra negra", como estimación estadística de los delitos no denunciados o que no derivaron en una carpeta de investigación. Además, en nuestro país y en los gobiernos estatales persiste la práctica de ocultar estadísticas, manipularlas y presentarlas con subregistro, es decir, acomodadas para que se perciban menos drásticas y escandalosas.

Más allá de términos electorales, propaganda y mercadotecnia política, el verdadero mayor problema que enfrentamos los mexicanos, es uno que no aparece impactante en las encuestas de opinión pública, ni suficiente en el discurso oficial, ni primordial en el debate legislativo. El mayor problema de la sociedad mexicana, es la impunidad que daña, degenera, atrofia y rige nuestra convivencia social.

México ocupó el lamentable segundo lugar mundial de los países con más impunidad en 2015. Según el Índice Global Impunidad México 2018 (udlap.mx/igimex), tres años después logramos retroceder dos puestos para ubicarnos como el cuarto peor país del orbe. Esperamos la medición de 2019 que se presentara a mediados del mes de marzo para revisar la posición actual.

La impunidad es nuestro problema más grave. Representa un problema de carácter estructural, que debemos modelar y modificar entre todos, pues está depositado en nuestra cultura. Es alimentado por la corrupción, la necesidad, la brecha de la desigualdad económica, la falta de jueces, de policías, de funcionarios públicos honestos, éticos, responsables, capaces, por la falta de interés y por la desatención de los gobiernos en todos sus órdenes en el país.

Es así, que por encima de la carencia económica y de la inseguridad pública, el hecho de que cuando alguien comete un delito sea improbable que sea detenido, enjuiciado y castigado pone en riesgo a toda nuestra estructura social y debilita como nada más a nuestras instituciones públicas.

Crimen y castigo, es la premisa básica de mejorar para sacar adelante a nuestra sociedad y a nuestra nación. Que quien delinca, sea castigado. Que quien la haga, la pague. Que exista temor a ser capturado, que nadie burle ni esquive a la ley. Sólo así recuperaremos la paz, la tranquilidad y la confianza. México necesita erradicar el cáncer de la impunidad.

Correo: www.inteligenciapolitica.org

Carlos Anguiano

En México todos los días nos enteramos acerca de asesinatos, ejecutados, muertes violentas, desapariciones y otros delitos derivados del crimen organizado, del narcotráfico, pero también provocados por la violencia de género, los crímenes pasionales, el asalto o el simple deseo de alguien de eliminar de su camino a otra persona que le resulta estorbo o se opone a sus intereses. El México rojo es una noticia que poco a poco provoca a nuestra colectividad ausencia de sorpresa, falta de asombro, menor sensibilidad.

Nuestra sociedad se ha deshumanizado pero también se empieza a acostumbrar y tiende a percibir como “normal”, la terrible situación por la que atravesamos en materia de inseguridad pública, de imposibilidad de garantizar la libre y segura convivencia entre los mexicanos, la incapacidad del gobierno de garantizar protección, seguridad y salva guarda de las personas.

En principio entendamos que por cada delito que conocemos a través de la estadística oficial, ocurrieron otros 9 que no fueron registrados y de los cuales será difícil enterarnos. Esos delitos se interpretan en la llamada "cifra negra", como estimación estadística de los delitos no denunciados o que no derivaron en una carpeta de investigación. Además, en nuestro país y en los gobiernos estatales persiste la práctica de ocultar estadísticas, manipularlas y presentarlas con subregistro, es decir, acomodadas para que se perciban menos drásticas y escandalosas.

Más allá de términos electorales, propaganda y mercadotecnia política, el verdadero mayor problema que enfrentamos los mexicanos, es uno que no aparece impactante en las encuestas de opinión pública, ni suficiente en el discurso oficial, ni primordial en el debate legislativo. El mayor problema de la sociedad mexicana, es la impunidad que daña, degenera, atrofia y rige nuestra convivencia social.

México ocupó el lamentable segundo lugar mundial de los países con más impunidad en 2015. Según el Índice Global Impunidad México 2018 (udlap.mx/igimex), tres años después logramos retroceder dos puestos para ubicarnos como el cuarto peor país del orbe. Esperamos la medición de 2019 que se presentara a mediados del mes de marzo para revisar la posición actual.

La impunidad es nuestro problema más grave. Representa un problema de carácter estructural, que debemos modelar y modificar entre todos, pues está depositado en nuestra cultura. Es alimentado por la corrupción, la necesidad, la brecha de la desigualdad económica, la falta de jueces, de policías, de funcionarios públicos honestos, éticos, responsables, capaces, por la falta de interés y por la desatención de los gobiernos en todos sus órdenes en el país.

Es así, que por encima de la carencia económica y de la inseguridad pública, el hecho de que cuando alguien comete un delito sea improbable que sea detenido, enjuiciado y castigado pone en riesgo a toda nuestra estructura social y debilita como nada más a nuestras instituciones públicas.

Crimen y castigo, es la premisa básica de mejorar para sacar adelante a nuestra sociedad y a nuestra nación. Que quien delinca, sea castigado. Que quien la haga, la pague. Que exista temor a ser capturado, que nadie burle ni esquive a la ley. Sólo así recuperaremos la paz, la tranquilidad y la confianza. México necesita erradicar el cáncer de la impunidad.

Correo: www.inteligenciapolitica.org