/ miércoles 22 de septiembre de 2021

Cotero, Padilla y el “no” a decisiones unilaterales

En los últimos días ha llamado la atención de los jaliscienses, el proceso que se ha iniciado en contra de nuestro compañero de página, Luis Octavio Cotero Bernal, pero no a causa de lo que escribe en su columna periodística, sino por hechos que se le imputan, supuestamente ocurridos durante el tiempo que estuvo al frente de los Servicios Médico Forenses del Gobierno del Estado.

El problema en aquel entonces fue el sonado caso de “los tráileres de la muerte”, cuando por estar repletas de cadáveres las instalaciones del SEMEFO, algunos remolques llevando cuerpos inánimes en su interior, anduvieron errando por diferentes puntos de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

El asunto puede dar lugar a especulaciones de diferente índole, incluyendo hasta las políticas, pero en el fondo de todo, los observadores consideran que las cosas deben de juzgarse sencillamente, con sentido común y con la convicción de que prevalezca la justicia.

Y pensando en la definición del caso, la gente se hace la pregunta de que: reconociendo que el exceso de homicidios se debe principalmente a la inseguridad que priva en nuestro medio ¿cómo es posible que se acuse como responsables a quienes no hallan qué hacer con tantos cuerpos sin vida?

Así están las cosas y como dice Bob Dylan: “the answer is in de wind”, o sea la respuesta está en el aire. Y la solución del caso estará en la sana determinación a que indudablemente habrán de llegar los encargados de impartir una verdadera justicia en este asunto.

Por otro lado, también están pendientes de resolver las supuestas diferencias que han surgido entre el Gobierno del Estado y la Universidad de Guadalajara, a causa del recorte por 140 millones de pesos que se ha hecho al centro escolar universitario.

A este asunto sí se le ha dado mayor connotación política e inclusive se supone un distanciamiento entre el primer mandatario estatal y el líder moral del corporativo UdeG.

Hay quienes estiman que si esto fuera un juego de ajedrez, la autoridad pretende poner en jaque a la institución de enseñanza, con lo que de paso, amenazaría la supuesta participación de Raúl Padilla como guía dentro de la máxima casa de estudios y en otros organismos y eventos que la UdeG patrocina.

Por ahí van las cosas y en resumen, la gente estima que un cambio brusco en la línea que de un tiempo a la fecha ha llevado la UdeG, tanto en lo que trata a los programas de enseñanza, como en lo referente a la promoción de la cultura, no sería política ni socialmente saludable. Y no sólo eso, sino que además afectaría su papel como factor de equilibrio en lo que trata la vida pública en la ciudad y en el estado. La trayectoria de la UdeG como institución independiente y popular ha sido motivo de aprobación prácticamente general.

Creen los enterados que eliminar la autonomía y el espíritu liberal de las instituciones, podría dar paso a una inconveniente centralización del poder. Hay gente segura de que la administración actual rechazará de manera tajante un sistema basado en la toma de decisiones unilaterales, porque el gobierno en curso está llamada a hacer cosas mejores. Algo de alto nivel como un gobierno abierto a las necesidades y propuestas de los diferentes sectores. La pluralidad no es algo que deba combatirse, sino al contrario, facilitarse y hasta impulsarse.

Por otro lado, gente del equipo del señor gobernador Enrique Alfaro, han considerado que éste se encuentra decidido a realizar un gobierno ejemplar aquí en Jalisco. Y que además de esto, está llamado a ejercer aún mayores responsabilidades públicas en el futuro y a nivel nacional.

Al respecto, se ha puesto de manifiesto la idea de que este avance de Alfaro en la política tendrá mayores posibilidades de convertirse en realidad, si se fortalece la decisión de que dicho arrastre y popularidad, tengan cimiento en el reconocimiento y el apoyo de la población.

¡Qué viva la paz! Y que sea la vía pacífica la que nos lleve a mejores destinos.

* Periodista

En los últimos días ha llamado la atención de los jaliscienses, el proceso que se ha iniciado en contra de nuestro compañero de página, Luis Octavio Cotero Bernal, pero no a causa de lo que escribe en su columna periodística, sino por hechos que se le imputan, supuestamente ocurridos durante el tiempo que estuvo al frente de los Servicios Médico Forenses del Gobierno del Estado.

El problema en aquel entonces fue el sonado caso de “los tráileres de la muerte”, cuando por estar repletas de cadáveres las instalaciones del SEMEFO, algunos remolques llevando cuerpos inánimes en su interior, anduvieron errando por diferentes puntos de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

El asunto puede dar lugar a especulaciones de diferente índole, incluyendo hasta las políticas, pero en el fondo de todo, los observadores consideran que las cosas deben de juzgarse sencillamente, con sentido común y con la convicción de que prevalezca la justicia.

Y pensando en la definición del caso, la gente se hace la pregunta de que: reconociendo que el exceso de homicidios se debe principalmente a la inseguridad que priva en nuestro medio ¿cómo es posible que se acuse como responsables a quienes no hallan qué hacer con tantos cuerpos sin vida?

Así están las cosas y como dice Bob Dylan: “the answer is in de wind”, o sea la respuesta está en el aire. Y la solución del caso estará en la sana determinación a que indudablemente habrán de llegar los encargados de impartir una verdadera justicia en este asunto.

Por otro lado, también están pendientes de resolver las supuestas diferencias que han surgido entre el Gobierno del Estado y la Universidad de Guadalajara, a causa del recorte por 140 millones de pesos que se ha hecho al centro escolar universitario.

A este asunto sí se le ha dado mayor connotación política e inclusive se supone un distanciamiento entre el primer mandatario estatal y el líder moral del corporativo UdeG.

Hay quienes estiman que si esto fuera un juego de ajedrez, la autoridad pretende poner en jaque a la institución de enseñanza, con lo que de paso, amenazaría la supuesta participación de Raúl Padilla como guía dentro de la máxima casa de estudios y en otros organismos y eventos que la UdeG patrocina.

Por ahí van las cosas y en resumen, la gente estima que un cambio brusco en la línea que de un tiempo a la fecha ha llevado la UdeG, tanto en lo que trata a los programas de enseñanza, como en lo referente a la promoción de la cultura, no sería política ni socialmente saludable. Y no sólo eso, sino que además afectaría su papel como factor de equilibrio en lo que trata la vida pública en la ciudad y en el estado. La trayectoria de la UdeG como institución independiente y popular ha sido motivo de aprobación prácticamente general.

Creen los enterados que eliminar la autonomía y el espíritu liberal de las instituciones, podría dar paso a una inconveniente centralización del poder. Hay gente segura de que la administración actual rechazará de manera tajante un sistema basado en la toma de decisiones unilaterales, porque el gobierno en curso está llamada a hacer cosas mejores. Algo de alto nivel como un gobierno abierto a las necesidades y propuestas de los diferentes sectores. La pluralidad no es algo que deba combatirse, sino al contrario, facilitarse y hasta impulsarse.

Por otro lado, gente del equipo del señor gobernador Enrique Alfaro, han considerado que éste se encuentra decidido a realizar un gobierno ejemplar aquí en Jalisco. Y que además de esto, está llamado a ejercer aún mayores responsabilidades públicas en el futuro y a nivel nacional.

Al respecto, se ha puesto de manifiesto la idea de que este avance de Alfaro en la política tendrá mayores posibilidades de convertirse en realidad, si se fortalece la decisión de que dicho arrastre y popularidad, tengan cimiento en el reconocimiento y el apoyo de la población.

¡Qué viva la paz! Y que sea la vía pacífica la que nos lleve a mejores destinos.

* Periodista