/ miércoles 21 de octubre de 2020

Coronavirus: ¿Estadística o drama?

Estadística fría. Drama colectivo. Problema económico. Gigantesco monstruo. Todo eso es el coronavirus, el cual, según algunos, está poniendo a prueba a los gobiernos y a la sociedad, respecto a su capacidad de respuesta… pero que según otros, de plano ha colocado en evidencia las grandes fallas que existen en nuestros sistemas de organización, lo mismo como países independiente que como naciones unidas.

Porque cuando menos hasta hoy, no alcanzan las manos para tapar los hoyos que ha hecho esta contingencia sanitaria. En ratos, el mal parece superior a nuestras fuerzas. Nosotros no manejamos la pandemia; la pandemia nos maneja a nosotros.

Podemos para empezar, hacer una reflexión sobre los reclamos de buen número de inconformes, que censuran el sistema informativo que se ha puesto en práctica, dando a conocer solamente el número de contagiados y el de los fallecidos. Creen algunos que esta manera de difundir los avances en el combate de la enfermedad, reduce a las personas a la calidad de un frío número. Y que deberían darse a conocer la condición de los fallecidos, así como su ubicación domiciliaria y su situación económica, entre otras cosas.

Sin embargo y dado el crecimiento que ha tenido el problema, las estadísticas están resultando verdaderamente útiles, ya que permite saber el avance que lleva el mal en nuestro estado y en nuestro país, al compararlo con el de otras regiones y otras naciones. Sirve asimismo, para conocer con precisión, la efectividad o retraso que existe en cuanto a la atención de los enfermos y la suficiencia o insuficiencia de los elementos desplegados para su atención.

Por lo que trata al drama, podemos entender en alguna medida, la profundidad de la aflicción que se presenta en todos y cada uno de los miles de hogares -los cientos de miles- en que se ha perdido a un ser querido. E inclusive a más de uno. Y esto es una tragedia de alcances prácticamente inconmensurables.

Que muera una persona es un drama. Que mueran decenas y miles es una tragedia. Que mueran cientos de miles… es un infierno.

Pero eso no es todo, porque aparejado a la estadística y al drama, se nos viene encima el problema económico, que por si fuera poco, tiene dos vertientes. La primera, que es atendida prioritariamente por nuestras autoridades, es la referente a la conservación del aparato productivo, para sostener hasta donde sea posible, las fuentes de empleo, que como es de sobra sabido, son la forma de manutención de millones de familias. Y la segunda es la que se presenta con gran dolor y angustia, en todos aquellos hogares en que la persona fallecida es la que representaba el sostén del grupo familiar.

El sector de la economía primeramente citado, es el que se atiende en lo que es posible. El segundo, que es la economía familiar, se presenta como una asignatura aún pendiente.

La pandemia pues, ha resultado un enemigo tan feroz y tan implacable, que en la práctica ha resultado difícil de controlar y que hasta el momento, solamente nos ha permitido tomar medidas para sobrellevarlo.

Aunque ha surgido la esperanza de que con la producción masiva de vacunas, su distribución y su próxima aplicación en la mayor parte del orbe, podrá al fin ponérsele una rienda a tan horrendo monstruo, a tan oscura bestia, a tan grande azote de la humanidad.

¿Y cuánto tiempo se necesitará para recuperarnos? Parece que por lo pronto, todavía no estamos en condiciones de pensar en eso.

* Periodista

Estadística fría. Drama colectivo. Problema económico. Gigantesco monstruo. Todo eso es el coronavirus, el cual, según algunos, está poniendo a prueba a los gobiernos y a la sociedad, respecto a su capacidad de respuesta… pero que según otros, de plano ha colocado en evidencia las grandes fallas que existen en nuestros sistemas de organización, lo mismo como países independiente que como naciones unidas.

Porque cuando menos hasta hoy, no alcanzan las manos para tapar los hoyos que ha hecho esta contingencia sanitaria. En ratos, el mal parece superior a nuestras fuerzas. Nosotros no manejamos la pandemia; la pandemia nos maneja a nosotros.

Podemos para empezar, hacer una reflexión sobre los reclamos de buen número de inconformes, que censuran el sistema informativo que se ha puesto en práctica, dando a conocer solamente el número de contagiados y el de los fallecidos. Creen algunos que esta manera de difundir los avances en el combate de la enfermedad, reduce a las personas a la calidad de un frío número. Y que deberían darse a conocer la condición de los fallecidos, así como su ubicación domiciliaria y su situación económica, entre otras cosas.

Sin embargo y dado el crecimiento que ha tenido el problema, las estadísticas están resultando verdaderamente útiles, ya que permite saber el avance que lleva el mal en nuestro estado y en nuestro país, al compararlo con el de otras regiones y otras naciones. Sirve asimismo, para conocer con precisión, la efectividad o retraso que existe en cuanto a la atención de los enfermos y la suficiencia o insuficiencia de los elementos desplegados para su atención.

Por lo que trata al drama, podemos entender en alguna medida, la profundidad de la aflicción que se presenta en todos y cada uno de los miles de hogares -los cientos de miles- en que se ha perdido a un ser querido. E inclusive a más de uno. Y esto es una tragedia de alcances prácticamente inconmensurables.

Que muera una persona es un drama. Que mueran decenas y miles es una tragedia. Que mueran cientos de miles… es un infierno.

Pero eso no es todo, porque aparejado a la estadística y al drama, se nos viene encima el problema económico, que por si fuera poco, tiene dos vertientes. La primera, que es atendida prioritariamente por nuestras autoridades, es la referente a la conservación del aparato productivo, para sostener hasta donde sea posible, las fuentes de empleo, que como es de sobra sabido, son la forma de manutención de millones de familias. Y la segunda es la que se presenta con gran dolor y angustia, en todos aquellos hogares en que la persona fallecida es la que representaba el sostén del grupo familiar.

El sector de la economía primeramente citado, es el que se atiende en lo que es posible. El segundo, que es la economía familiar, se presenta como una asignatura aún pendiente.

La pandemia pues, ha resultado un enemigo tan feroz y tan implacable, que en la práctica ha resultado difícil de controlar y que hasta el momento, solamente nos ha permitido tomar medidas para sobrellevarlo.

Aunque ha surgido la esperanza de que con la producción masiva de vacunas, su distribución y su próxima aplicación en la mayor parte del orbe, podrá al fin ponérsele una rienda a tan horrendo monstruo, a tan oscura bestia, a tan grande azote de la humanidad.

¿Y cuánto tiempo se necesitará para recuperarnos? Parece que por lo pronto, todavía no estamos en condiciones de pensar en eso.

* Periodista