/ miércoles 21 de octubre de 2020

Contradicciones a la mexicana

Este fin de semana, la opinión pública estuvo volcada hacia dos hechos que hasta cierto punto representan una contradicción. Por un lado, el jueves pasado fue detenido quien fuera el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) durante el sexenio anterior, el General Salvador Cienfuegos, por supuestos nexos con el narcotráfico, un suceso que confirma la descomposición de las instituciones del Estado, especialmente las relacionadas con la seguridad pública. Por el otro lado, el domingo se llevaron a cabo elecciones en Coahuila e Hidalgo, estados en los que el PRI obtuvo los mejores resultados.

Más allá del complejo análisis, tanto electoral como político, que requieren ambas situaciones, encuentro la contradicción en la permanencia de un partido del que la ciudadanía ha expresado su hartazgo, del que se han expuesto sus acciones como narcoestado y del que en entidades como Coahuila ha tenido a sus peores y más corruptos gobernantes. La permanencia de un partido que, con los hechos del jueves, se ha confirmado que tiene entre sus exfuncionarios a personas vinculadas con el narco, a personas que nos siguieron hundiendo en la peor de las crisis de seguridad y, sobre todo, de abusos a los derechos humanos.

La captura de Cienfuegos es histórica porque jamás se había detenido a un exministro de defensa de nuestro país, es reveladora porque también nos habla del tamaño del problema que tenemos en México, no solo lo relacionado a la corrupción y la infiltración del narco en las instituciones, sino de la nula estructura institucional para investigar y procesar en nuestro territorio a quienes han dañado al Estado. Es importante porque nos ayuda a entender cómo el poder que se le ha otorgado al ejército le permitió moverse con impunidad durante más de una década, situación que hasta el día de hoy no es diferente, incluso se incrementa.

El gobierno lopezobradorista se ha colgado de las capturas de García Luna y ahora de Cienfuegos para reforzar su discurso contra la corrupción y la impunidad, sin embargo el gobierno de nuestro país lo más que ha hecho es brindar facilidades para que se consigne en los tribunales estadounidenses. Lo cierto es que lo único que estas detenciones confirman es que se requieren investigaciones exhaustivas dentro del ejército, pues sería iluso creer que, con la salida de Cienfuegos en 2018, “el pueblo bueno uniformado” se volvió incorruptible y que este no dejó toda una estructura fortalecida para continuar al servicio del narcotráfico.

Sin duda estas capturas nos dejan más preguntas que respuestas y mayores temores que certezas, pues ambos exfuncionarios son solo la punta del iceberg de lo que sucedió en cada uno de sus sexenios, García Luna con Calderón y Cienfuegos con Peña. Lastimosamente, de lo único que podemos estar seguros es de la infiltración del narcotráfico hasta lo más alto de las élites políticas y que, por lo tanto, nuestros gobiernos han funcionado por, para y desde él.

* Diputado local

Este fin de semana, la opinión pública estuvo volcada hacia dos hechos que hasta cierto punto representan una contradicción. Por un lado, el jueves pasado fue detenido quien fuera el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) durante el sexenio anterior, el General Salvador Cienfuegos, por supuestos nexos con el narcotráfico, un suceso que confirma la descomposición de las instituciones del Estado, especialmente las relacionadas con la seguridad pública. Por el otro lado, el domingo se llevaron a cabo elecciones en Coahuila e Hidalgo, estados en los que el PRI obtuvo los mejores resultados.

Más allá del complejo análisis, tanto electoral como político, que requieren ambas situaciones, encuentro la contradicción en la permanencia de un partido del que la ciudadanía ha expresado su hartazgo, del que se han expuesto sus acciones como narcoestado y del que en entidades como Coahuila ha tenido a sus peores y más corruptos gobernantes. La permanencia de un partido que, con los hechos del jueves, se ha confirmado que tiene entre sus exfuncionarios a personas vinculadas con el narco, a personas que nos siguieron hundiendo en la peor de las crisis de seguridad y, sobre todo, de abusos a los derechos humanos.

La captura de Cienfuegos es histórica porque jamás se había detenido a un exministro de defensa de nuestro país, es reveladora porque también nos habla del tamaño del problema que tenemos en México, no solo lo relacionado a la corrupción y la infiltración del narco en las instituciones, sino de la nula estructura institucional para investigar y procesar en nuestro territorio a quienes han dañado al Estado. Es importante porque nos ayuda a entender cómo el poder que se le ha otorgado al ejército le permitió moverse con impunidad durante más de una década, situación que hasta el día de hoy no es diferente, incluso se incrementa.

El gobierno lopezobradorista se ha colgado de las capturas de García Luna y ahora de Cienfuegos para reforzar su discurso contra la corrupción y la impunidad, sin embargo el gobierno de nuestro país lo más que ha hecho es brindar facilidades para que se consigne en los tribunales estadounidenses. Lo cierto es que lo único que estas detenciones confirman es que se requieren investigaciones exhaustivas dentro del ejército, pues sería iluso creer que, con la salida de Cienfuegos en 2018, “el pueblo bueno uniformado” se volvió incorruptible y que este no dejó toda una estructura fortalecida para continuar al servicio del narcotráfico.

Sin duda estas capturas nos dejan más preguntas que respuestas y mayores temores que certezas, pues ambos exfuncionarios son solo la punta del iceberg de lo que sucedió en cada uno de sus sexenios, García Luna con Calderón y Cienfuegos con Peña. Lastimosamente, de lo único que podemos estar seguros es de la infiltración del narcotráfico hasta lo más alto de las élites políticas y que, por lo tanto, nuestros gobiernos han funcionado por, para y desde él.

* Diputado local