/ lunes 1 de junio de 2020

Con prudencia, buenos resultados

La tolerancia caracteriza a la persona por tener una actitud que respeta las opiniones de los demás, aunque no coincidan con las propias. En casos de la salud se dice que es la capacidad que tiene un organismo para resistir y aceptar el aporte de determinadas sustancias, en especial alimentos o medicamentos.

Por el contrario, la intolerancia es el acto de despreciar a una persona por sus orientaciones políticas, religiosas, sexuales, deportivas, culturales, etc. Aunque esta acción no constituye propiamente un delito, en todos los casos, se tiene documentado que a lo largo de la historia de la humanidad fueron numerosos los casos en donde una actitud intolerante llevó a verdaderas tragedias.

Una actitud intolerante se identifica como una incapacidad, y en este sentido son pocos los que pueden sentirse exentos totalmente de este defecto, desde luego como se expresó anteriormente, esto no implica coincidir en todas las creencias, actitudes o accionar de una persona, sino simplemente evitar llevar esta diferencia al plano personal.

Algunas personas heredan una tendencia a encolerizarse con facilidad, es posible seguir con la transmisión hereditaria de la ira o del coraje de padre a hijo, aún en los casos en que el hijo no ha sido criado por sus padres biológicos. Las personas intolerantes se caracterizan por juzgar a los demás de una manera muy negativa, lo que les puede traer conflictos en su entorno, se enfurecen ante situaciones que van en contra de lo que habitualmente conocen, no soportan escuchar las ideas de los demás y buscan imponer sus puntos de vista.

A diario vemos, escuchamos en las noticias, y conocemos personas intolerantes que les es fácil ofender a los otros ya sea en público o en privado, sin respetar la figura o autoridad que representan, sean estos funcionarios públicos, presidentes municipales, políticos, empresarios o personas de la sociedad, pero ¿por qué se volvió de uso común ofender al otro para imponer ideas? simple y sencillamente porque este proceder puede ser por daños, maltratos o abandonos sufridos en el pasado.

Una persona intolerante ofende, enfrenta a la autoridad o a las personas, exige sin argumentos, se siente privado de sus derechos humanos cuando no se ha transgredido tal derecho o bien, hace referencia de su estado como adulto mayor o en otros casos que desconoce la ley para continuar con esa intolerancia.

En otro orden de ideas, en esta época estamos pasando por una etapa que durante este siglo no habíamos pasado tan drásticamente: la pandemia del Coronavirus o COVID-19. Es así como las personas por lo general tendemos a evitar las emociones que nos generan malestar, tratamos de disfrazarlas con diversas actividades o las ocultamos ante quienes nos rodean, sin embargo esto no es sano ya que debemos permitirnos y permitir a otros que se preocupen por lo que está pasando, ya sea con aburrimiento, miedo o por qué no alguna frustración. Uno aprende, incluso, a tolerar la fluidez de estas emociones con la debida prudencia llegando a verlas como algo normal, aunque es indudable y lógico tener miedo en esta situación de pandemia y confinamiento.

La falta de prudencia ante estos acontecimientos se vincula con la personalidad del individuo y se define como la estructura de carácter psicológico que hace referencia al conjunto de rasgos distintivos del ser humano.

Una forma que sugieren los psicólogos, sociólogos y los profesionales de la salud, es encontrar cómo manejar esa emoción mental que mucho nos perjudica, ahora más con el confinamiento por el COVID- 19. Entre otras propuestas surge que habrá de tener contacto con la familia y amigos prevaleciendo limitantes. Mantener hábitos sanos acompañados de una dieta saludable; evitar las bebidas alcohólicas, el café y las drogas; la lectura es un aliado para el manejo de las emociones, desde luego el deporte casero y contactarse con las personas afines.

Respetable amigo lector, seguro estoy que usted tiene una mejor opinión al respecto, saludos.

* Rector General del Centro Universitario UTEG

joseroque@uteg.edu.mx

La tolerancia caracteriza a la persona por tener una actitud que respeta las opiniones de los demás, aunque no coincidan con las propias. En casos de la salud se dice que es la capacidad que tiene un organismo para resistir y aceptar el aporte de determinadas sustancias, en especial alimentos o medicamentos.

Por el contrario, la intolerancia es el acto de despreciar a una persona por sus orientaciones políticas, religiosas, sexuales, deportivas, culturales, etc. Aunque esta acción no constituye propiamente un delito, en todos los casos, se tiene documentado que a lo largo de la historia de la humanidad fueron numerosos los casos en donde una actitud intolerante llevó a verdaderas tragedias.

Una actitud intolerante se identifica como una incapacidad, y en este sentido son pocos los que pueden sentirse exentos totalmente de este defecto, desde luego como se expresó anteriormente, esto no implica coincidir en todas las creencias, actitudes o accionar de una persona, sino simplemente evitar llevar esta diferencia al plano personal.

Algunas personas heredan una tendencia a encolerizarse con facilidad, es posible seguir con la transmisión hereditaria de la ira o del coraje de padre a hijo, aún en los casos en que el hijo no ha sido criado por sus padres biológicos. Las personas intolerantes se caracterizan por juzgar a los demás de una manera muy negativa, lo que les puede traer conflictos en su entorno, se enfurecen ante situaciones que van en contra de lo que habitualmente conocen, no soportan escuchar las ideas de los demás y buscan imponer sus puntos de vista.

A diario vemos, escuchamos en las noticias, y conocemos personas intolerantes que les es fácil ofender a los otros ya sea en público o en privado, sin respetar la figura o autoridad que representan, sean estos funcionarios públicos, presidentes municipales, políticos, empresarios o personas de la sociedad, pero ¿por qué se volvió de uso común ofender al otro para imponer ideas? simple y sencillamente porque este proceder puede ser por daños, maltratos o abandonos sufridos en el pasado.

Una persona intolerante ofende, enfrenta a la autoridad o a las personas, exige sin argumentos, se siente privado de sus derechos humanos cuando no se ha transgredido tal derecho o bien, hace referencia de su estado como adulto mayor o en otros casos que desconoce la ley para continuar con esa intolerancia.

En otro orden de ideas, en esta época estamos pasando por una etapa que durante este siglo no habíamos pasado tan drásticamente: la pandemia del Coronavirus o COVID-19. Es así como las personas por lo general tendemos a evitar las emociones que nos generan malestar, tratamos de disfrazarlas con diversas actividades o las ocultamos ante quienes nos rodean, sin embargo esto no es sano ya que debemos permitirnos y permitir a otros que se preocupen por lo que está pasando, ya sea con aburrimiento, miedo o por qué no alguna frustración. Uno aprende, incluso, a tolerar la fluidez de estas emociones con la debida prudencia llegando a verlas como algo normal, aunque es indudable y lógico tener miedo en esta situación de pandemia y confinamiento.

La falta de prudencia ante estos acontecimientos se vincula con la personalidad del individuo y se define como la estructura de carácter psicológico que hace referencia al conjunto de rasgos distintivos del ser humano.

Una forma que sugieren los psicólogos, sociólogos y los profesionales de la salud, es encontrar cómo manejar esa emoción mental que mucho nos perjudica, ahora más con el confinamiento por el COVID- 19. Entre otras propuestas surge que habrá de tener contacto con la familia y amigos prevaleciendo limitantes. Mantener hábitos sanos acompañados de una dieta saludable; evitar las bebidas alcohólicas, el café y las drogas; la lectura es un aliado para el manejo de las emociones, desde luego el deporte casero y contactarse con las personas afines.

Respetable amigo lector, seguro estoy que usted tiene una mejor opinión al respecto, saludos.

* Rector General del Centro Universitario UTEG

joseroque@uteg.edu.mx