/ domingo 19 de mayo de 2019

Con poquita conciencia

Con poquita conciencia y el más alto sentido de responsabilidad, -quien acepta el cargo del servicio público-, es lo menos que debe guardar, ya que de lo contrario, -como desafortunadamente sucede-, se causa un grave perjuicio a la sociedad, lo que debería castigarse con toda puntualidad y celeridad, a ese irresponsable, que teniendo la atribución y el deber del cumplimiento exacto del servicio, deja de hacerlo eficazmente y oportunamente.

Luego entonces, -aunque pareciera que me curo en salud, que me importa un bledo, porque no es así-, pero sigo siendo parte de esta sociedad y conocedor de la realidad por la que actualmente sigue viviendo el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, el cual es un instrumento de alta importancia en esta época, en el combate a la impunidad y la exacta procuración y administración de la justicia, pésele a quien le pese, pero lo más grave y que es de poca o nula importancia, para la actual administración, como lo fue en la pasada, es precisamente que sigue careciendo de lo elemental, ya que de nuevo se han acumulado más de cuatrocientos cuerpos sin que se les dé el destino que la ley permite, como es el de la inhumación, pero estoy seguro que el personal no lo hace, en principio porque no hay el adecuado y suficiente espacio o lugar para tal evento, mucho menos la disponibilidad de contribuir y destinar los recursos materiales y económicos que se requieren para ello, no obstante que es por demás sabido por las autoridades el hecho de la mencionada acumulación de cuerpos, éstas, sobre todo aquellas que son las directamente responsables del Instituto, como las encargadas de suministrar los recursos suficientes y oportunos, nada hacen y más bien se oculta o se deja de tener en cuenta, ya que no parece ser de su interés el evitar hacia dentro y hacia fuera del Instituto la pandemia que puede generar tanto cadáver, que muchos así llegaron y otros ya se encuentran en altos grados de descomposición.

Señor Gobernador si su comisionado de seguridad no le entera, por todos los medios ya se conoce esa realidad, para que no diga una barbaridad, como lo dijo Jorge Aristóteles, cuando quiso ocultar su indiferencia, que su mediático y sistemático Roberto López, secretario de Gobierno, no le informo y que tampoco quiso atender.

Pero hay un tema más doloroso que se debe saber, que a ese lugar asistimos los familiares que estamos localizando a nuestros hijos desaparecidos y que al encontrarlos ocasiona momentos muy delicados en la salud de los padres, madres o familiares que han tenido la suerte de encontrarlos y el Instituto no cuenta para una atención de emergencia elemental para las personas que ahí acuden, de lo que están informados y enterados por los espías que van a supervisar el hacer y no hacer del personal que ahí labora, por encargo del Coordinador de Seguridad, que es el responsable de las carencias que padece esa institución, por la dolosa y grave desatención a ese servicio público tan sensible y humano que debería de ser.

Ojalá las comisiones Nacional como Local de los Derechos Humanos, las autoridades correspondientes y las no oficiales que también se interesaran en el dolor de las victimas del crimen, propongan se instalen módulos de atención médica a las personas que acuden a dicha Institución a reconocer a sus familiares, a efecto de prevenir, en la medida de lo posible, una desgracia.

Profesor Investigador de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG

Locb15@hotmail.com

Con poquita conciencia y el más alto sentido de responsabilidad, -quien acepta el cargo del servicio público-, es lo menos que debe guardar, ya que de lo contrario, -como desafortunadamente sucede-, se causa un grave perjuicio a la sociedad, lo que debería castigarse con toda puntualidad y celeridad, a ese irresponsable, que teniendo la atribución y el deber del cumplimiento exacto del servicio, deja de hacerlo eficazmente y oportunamente.

Luego entonces, -aunque pareciera que me curo en salud, que me importa un bledo, porque no es así-, pero sigo siendo parte de esta sociedad y conocedor de la realidad por la que actualmente sigue viviendo el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, el cual es un instrumento de alta importancia en esta época, en el combate a la impunidad y la exacta procuración y administración de la justicia, pésele a quien le pese, pero lo más grave y que es de poca o nula importancia, para la actual administración, como lo fue en la pasada, es precisamente que sigue careciendo de lo elemental, ya que de nuevo se han acumulado más de cuatrocientos cuerpos sin que se les dé el destino que la ley permite, como es el de la inhumación, pero estoy seguro que el personal no lo hace, en principio porque no hay el adecuado y suficiente espacio o lugar para tal evento, mucho menos la disponibilidad de contribuir y destinar los recursos materiales y económicos que se requieren para ello, no obstante que es por demás sabido por las autoridades el hecho de la mencionada acumulación de cuerpos, éstas, sobre todo aquellas que son las directamente responsables del Instituto, como las encargadas de suministrar los recursos suficientes y oportunos, nada hacen y más bien se oculta o se deja de tener en cuenta, ya que no parece ser de su interés el evitar hacia dentro y hacia fuera del Instituto la pandemia que puede generar tanto cadáver, que muchos así llegaron y otros ya se encuentran en altos grados de descomposición.

Señor Gobernador si su comisionado de seguridad no le entera, por todos los medios ya se conoce esa realidad, para que no diga una barbaridad, como lo dijo Jorge Aristóteles, cuando quiso ocultar su indiferencia, que su mediático y sistemático Roberto López, secretario de Gobierno, no le informo y que tampoco quiso atender.

Pero hay un tema más doloroso que se debe saber, que a ese lugar asistimos los familiares que estamos localizando a nuestros hijos desaparecidos y que al encontrarlos ocasiona momentos muy delicados en la salud de los padres, madres o familiares que han tenido la suerte de encontrarlos y el Instituto no cuenta para una atención de emergencia elemental para las personas que ahí acuden, de lo que están informados y enterados por los espías que van a supervisar el hacer y no hacer del personal que ahí labora, por encargo del Coordinador de Seguridad, que es el responsable de las carencias que padece esa institución, por la dolosa y grave desatención a ese servicio público tan sensible y humano que debería de ser.

Ojalá las comisiones Nacional como Local de los Derechos Humanos, las autoridades correspondientes y las no oficiales que también se interesaran en el dolor de las victimas del crimen, propongan se instalen módulos de atención médica a las personas que acuden a dicha Institución a reconocer a sus familiares, a efecto de prevenir, en la medida de lo posible, una desgracia.

Profesor Investigador de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG

Locb15@hotmail.com