/ lunes 9 de agosto de 2021

Código rojo: nos alcanzó el cambio climático

La segunda semana de agosto de 2021 quedará en los registros de la historia por haberse dado a conocer el nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, en el que con gran preocupación se advierte algo que desde hace décadas es tema de debate pero que hoy golpea en la cara a escépticos y nos estremece a quienes pensábamos que teníamos un mayor margen de acción y de tiempo.

El calentamiento global, es decir, el aumento de las temperaturas en nuestro planeta, es un fenómeno que no tiene más de 200 años y es producto de la actividad industrial humana. Los gases producidos por nuestra actividad económica y estilo de vida ha generado que la temperatura de la Tierra haya aumentado más de 1.1° Celsius desde entonces a la fecha, incremento suficiente para que los ecosistemas y su equilibrio se vean seriamente afectados y cuyas consecuencias sean irreversibles hasta por miles de cientos de años. Lo que es aún peor, es que las predicciones esperan que la cifra se eleve a 1.5° C en no más de 20 años.

Por si lo anterior no fuera lo suficientemente aterrador, es que ya no tenemos más tiempo, el cambio climático está aquí y no podemos esperar 5, 10 y mucho menos 15 o más años a que las grandes industrias hagan un giro y cambien sus formas de extracción y producción. El cambio tiene que ser inmediato y ambicioso.

Si bien el cálculo surge de un promedio de la variación de temperaturas en todas las regiones del mundo, es importante no perder de vista que las personas y las regiones experimentan es muy diferente de ese promedio. Entre los efectos que experimentaremos con mayor algidez -porque ya lo hemos estado viviendo durante los últimos años- serán más olas de calor, estaciones cálidas más largas y las frías más cortas, lluvias más intensas, inundaciones y sequías más pertinaces, cambio en los patrones de lluvias, inundaciones en las zonas más bajas y a una mayor erosión (afectando principalmente las zonas costeras), acidificación del agua, la reducción de los niveles de oxígeno, y una larga lista que me enchina la piel.

Hoy más que nunca es urgente poner el foco y dirigir todas las acciones a la justicia climática, ese concepto tan poco conocido pero que resulta neurálgico ante el problema: reducir las desigualdades sociales que son generadas o alimentadas por el cambio climático. Y digámoslo claro, estas medidas no pueden ignorar el papel que han jugado las industrias, quienes las controlan y los gobiernos que han permanecido omisos en el mejor de los casos, y quienes resultan, sin duda, los grandes responsables de la situación ambiental actual. A quien piense que exagero, les invito a repensar los eventos de calor,sequía e inundaciones del AMG tan solo en este año, y de paso, aclarar que sobran los ejemplos en nuestra ciudad, en nuestro estado y en nuestro país de esta cadena de muerte que amenaza no solamente a nuestra especie sino a todo un planeta.

*Vicepresidenta de Hagamos

La segunda semana de agosto de 2021 quedará en los registros de la historia por haberse dado a conocer el nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, en el que con gran preocupación se advierte algo que desde hace décadas es tema de debate pero que hoy golpea en la cara a escépticos y nos estremece a quienes pensábamos que teníamos un mayor margen de acción y de tiempo.

El calentamiento global, es decir, el aumento de las temperaturas en nuestro planeta, es un fenómeno que no tiene más de 200 años y es producto de la actividad industrial humana. Los gases producidos por nuestra actividad económica y estilo de vida ha generado que la temperatura de la Tierra haya aumentado más de 1.1° Celsius desde entonces a la fecha, incremento suficiente para que los ecosistemas y su equilibrio se vean seriamente afectados y cuyas consecuencias sean irreversibles hasta por miles de cientos de años. Lo que es aún peor, es que las predicciones esperan que la cifra se eleve a 1.5° C en no más de 20 años.

Por si lo anterior no fuera lo suficientemente aterrador, es que ya no tenemos más tiempo, el cambio climático está aquí y no podemos esperar 5, 10 y mucho menos 15 o más años a que las grandes industrias hagan un giro y cambien sus formas de extracción y producción. El cambio tiene que ser inmediato y ambicioso.

Si bien el cálculo surge de un promedio de la variación de temperaturas en todas las regiones del mundo, es importante no perder de vista que las personas y las regiones experimentan es muy diferente de ese promedio. Entre los efectos que experimentaremos con mayor algidez -porque ya lo hemos estado viviendo durante los últimos años- serán más olas de calor, estaciones cálidas más largas y las frías más cortas, lluvias más intensas, inundaciones y sequías más pertinaces, cambio en los patrones de lluvias, inundaciones en las zonas más bajas y a una mayor erosión (afectando principalmente las zonas costeras), acidificación del agua, la reducción de los niveles de oxígeno, y una larga lista que me enchina la piel.

Hoy más que nunca es urgente poner el foco y dirigir todas las acciones a la justicia climática, ese concepto tan poco conocido pero que resulta neurálgico ante el problema: reducir las desigualdades sociales que son generadas o alimentadas por el cambio climático. Y digámoslo claro, estas medidas no pueden ignorar el papel que han jugado las industrias, quienes las controlan y los gobiernos que han permanecido omisos en el mejor de los casos, y quienes resultan, sin duda, los grandes responsables de la situación ambiental actual. A quien piense que exagero, les invito a repensar los eventos de calor,sequía e inundaciones del AMG tan solo en este año, y de paso, aclarar que sobran los ejemplos en nuestra ciudad, en nuestro estado y en nuestro país de esta cadena de muerte que amenaza no solamente a nuestra especie sino a todo un planeta.

*Vicepresidenta de Hagamos