/ viernes 24 de mayo de 2019

Ciclovias, ¿remedio infalible?

Científicos de La Universidad de Guadalajara publicaron hace varios años el Atlas de riesgos en el Área Metropolitana de Guadalajara, lo cual no impidió al Gobierno del Estado impulsar la movilidad "no motorizada" a partir del uso de la bicicleta como medio de transporte, en una ciudad cuya planicie es ideal para ello durante la mayor parte del año, menos aun cuando las inundaciones, ya localizadas, se siguen presentando cada temporal en el mismo lugar no reconvertido y con mayor fuerza institucional a partir de una cultura integral del ciudadano, incluida la autoprotección en las eventuales contingencias en una de las Áreas Metropolitanas más complicadas del país.

No obstante, el proyecto de hacer de los tapatíos un emulo menor de Holanda, Suiza, Alemania, Australia o Canadá, se verá más condicionada a la aceptación del usuario en la ciudad y luego del creciente convencimiento de una mayor utilidad del uso de la bicicleta en sustitución del peligroso y anacrónico transporte colectivo.

Obligar a los automovilistas a aceptar, e incluso colaborar, con la pertinencia de las ciclovías ya existentes, aun representa otro tipo de acciones gubernamentales pendientes y no sólo la multiplicación de más kilómetros de vías confinadas en lugares poco estratégicos, con los accidentes viales ya documentados, los cuales, por el número creciente de autos cada día, sigue demostrando la necesaria reconversión tecnológica de otros transportes colectivos en su existencia paralela.

Uno de esos vehículos de transporte primigenio es, sin duda, la banqueta en una ciudad carente de estas en el 60% de las colonias, incluida la invisibilidad del peatón. Así lo demuestra el impresionante número de atropellamientos y la falta de señalización preventiva principalmente en las zonas habitacionales de mayor complejidad vial o segregada en los márgenes de los primeros cuadros municipales, donde habitan millones de trabajadores en una especie de ciudad dormitorio.

Otro de los factores vitales es, sin duda, el beneficio de todos los usuarios, peatones y automovilistas para respetar al ciclista que en términos ambientales y ante la excesiva contaminación , además del costo de tener una población estadísticamente obesa, padece las consecuencias reactivas de un sistema de salud poco preparado para atender a una población sedentaria, obligada a sobrevivir a bordo de un sistema colectivo la mayor parte de la jornada laboral, o bien a jugarse la vida al caminar o utilizar la bicicleta como medio de transporte en una ciudad caótica y compleja de poca cultura vial o nula idea de la prevención de accidentes viales, en esa obligada prelación: primero el peatón; luego el ciclista, después el motociclista y el transporte colectivo . El automovilista o vehículo automotor en todas sus versiones.

Ciudades con un alto nivel en la cultura vial han logrado reconvertir la prelación para hacer ciudades más amables conforme al derecho de las mayorías de sus usuarios. En todas encontraremos, en el concierto mundial, primero al peatón e inmediatamente después al ciclista; es el ejemplo de éxito de las ciudades de Ámsterdam, Sídney, Montreal, Berlín, Bogotá, Vancouver, San Petersburgo, Zúrich y muchas otras, Pero Lamentablemente aquí estamos lejos de lograrlo.

Científicos de La Universidad de Guadalajara publicaron hace varios años el Atlas de riesgos en el Área Metropolitana de Guadalajara, lo cual no impidió al Gobierno del Estado impulsar la movilidad "no motorizada" a partir del uso de la bicicleta como medio de transporte, en una ciudad cuya planicie es ideal para ello durante la mayor parte del año, menos aun cuando las inundaciones, ya localizadas, se siguen presentando cada temporal en el mismo lugar no reconvertido y con mayor fuerza institucional a partir de una cultura integral del ciudadano, incluida la autoprotección en las eventuales contingencias en una de las Áreas Metropolitanas más complicadas del país.

No obstante, el proyecto de hacer de los tapatíos un emulo menor de Holanda, Suiza, Alemania, Australia o Canadá, se verá más condicionada a la aceptación del usuario en la ciudad y luego del creciente convencimiento de una mayor utilidad del uso de la bicicleta en sustitución del peligroso y anacrónico transporte colectivo.

Obligar a los automovilistas a aceptar, e incluso colaborar, con la pertinencia de las ciclovías ya existentes, aun representa otro tipo de acciones gubernamentales pendientes y no sólo la multiplicación de más kilómetros de vías confinadas en lugares poco estratégicos, con los accidentes viales ya documentados, los cuales, por el número creciente de autos cada día, sigue demostrando la necesaria reconversión tecnológica de otros transportes colectivos en su existencia paralela.

Uno de esos vehículos de transporte primigenio es, sin duda, la banqueta en una ciudad carente de estas en el 60% de las colonias, incluida la invisibilidad del peatón. Así lo demuestra el impresionante número de atropellamientos y la falta de señalización preventiva principalmente en las zonas habitacionales de mayor complejidad vial o segregada en los márgenes de los primeros cuadros municipales, donde habitan millones de trabajadores en una especie de ciudad dormitorio.

Otro de los factores vitales es, sin duda, el beneficio de todos los usuarios, peatones y automovilistas para respetar al ciclista que en términos ambientales y ante la excesiva contaminación , además del costo de tener una población estadísticamente obesa, padece las consecuencias reactivas de un sistema de salud poco preparado para atender a una población sedentaria, obligada a sobrevivir a bordo de un sistema colectivo la mayor parte de la jornada laboral, o bien a jugarse la vida al caminar o utilizar la bicicleta como medio de transporte en una ciudad caótica y compleja de poca cultura vial o nula idea de la prevención de accidentes viales, en esa obligada prelación: primero el peatón; luego el ciclista, después el motociclista y el transporte colectivo . El automovilista o vehículo automotor en todas sus versiones.

Ciudades con un alto nivel en la cultura vial han logrado reconvertir la prelación para hacer ciudades más amables conforme al derecho de las mayorías de sus usuarios. En todas encontraremos, en el concierto mundial, primero al peatón e inmediatamente después al ciclista; es el ejemplo de éxito de las ciudades de Ámsterdam, Sídney, Montreal, Berlín, Bogotá, Vancouver, San Petersburgo, Zúrich y muchas otras, Pero Lamentablemente aquí estamos lejos de lograrlo.