/ lunes 9 de octubre de 2023

Campañas políticas


Ante la proximidad de las precampañas y campañas políticas en México en que se renovarán los poderes ejecutivo y legislativo federal, así como 9 gubernaturas y múltiples cargos de elección locales en el país, los ciudadanos seremos testigos de una nueva época, visualizando la evolución de las campañas electorales, que serán cada vez menos presenciales y más virtuales. De aquí al domingo 2 de junio de 2024, fecha de la jornada electoral en que se votará y elegirá principalmente presidente de la república.

La revolución de las redes sociales, la pirámide poblacional y el ensanchamiento de la banda de los jóvenes, convirtiéndose en el mayor segmento electoral, la creciente apatía y el desanimo de participar en las elecciones donde las y los candidatos ofrezcan recetas y formulas viejas, que no han sido capaces de resolver problemas que se han vuelto crónicos, como la inseguridad pública, la corrupción, la impunidad, los privilegios, lujos y excesos de los políticos y de los gobernantes, el nepotismo, la debilidad de las economías familiares, la mala educación, los malos servicios públicos de salud y la pobreza, anticipan que el estilo y el tono de las campañas por venir serán inéditas y no necesariamente convenientes para el desarrollo de nuestra sociedad.

La polarización social, el encono, la frustración de diversos sectores de la sociedad mexicana y la inconformidad activa de organizaciones civiles, de la clase media, de la oposición mexicana, así como la fortaleza del presidente en turno, sostenida real o artificialmente en las encuestas, que obliga a mantener esa agresiva campaña de desprestigio a sus adversarios, de sometimiento, de presión política para retener y conservar el poder a toda costa, podrían desembocar en alta tensión, en campañas negras, en propaganda apócrifa, en la circulación masiva de mentiras y engaños -peor que nunca-, dificultando la difusión de propuestas, de planes, de argumentación sólida que permitir al elector racionalizar su voto, en lugar de moverse dirigido por su necesidad y por sus emociones.

Es momento de construir discursos profundos, de definir que representa cada candidato y como se diferencia de los demás, sin caer en la simpleza ideológica de liberales o conservadores, buenos y malos, ni generalizar honestidades o deshonestidades solamente por el partido político que los postula. La descalificación debería de ser sancionada. La crítica sin propuestas, no debería admitirse ni aplaudirse en ninguna forma. Construir una narrativa llamativa implica usar datos duros, cifras reales, describir el momento actual y promover cual es el estado ideal y como se conseguirá avanzar hacia allá.

El resultado de las elecciones, básicamente a quienes les conviene es a los partidos políticos, a las cupulas gobernantes y a los grupos de poder, no a los ciudadanos, no a la inmensa mayoría de los mexicanos. Es tiempo de trabajar y esforzarnos por lograr lo que a la gente le sirve, lo que la gente exige para vivir mejor, lo que construya un futuro diferente para que nuestros hijos vivan mejor que nosotros.

A México le conviene, le sirve y le es útil acabar con la división y la polarización entre sus habitantes. También le sirve encontrar puntos de acuerdo generales, sin importar partidos políticos y colores, para trazar nuestro destino y empujar unidos todos para lograr resolver problemas y alcanzar beneficios colectivos a corto plazo. El objetivo de los políticos es que votemos por ellos a como dé lugar; el objetivo de los ciudadanos debe de ser elegir a las y a los mejores perfiles, a los más inteligentes, a los más capaces, a los más éticos y honrados, de donde vengan y de donde sean, por que con esos perfiles estaríamos avanzando y cambiando lo que hoy tenemos para bien de todos.


Ante la proximidad de las precampañas y campañas políticas en México en que se renovarán los poderes ejecutivo y legislativo federal, así como 9 gubernaturas y múltiples cargos de elección locales en el país, los ciudadanos seremos testigos de una nueva época, visualizando la evolución de las campañas electorales, que serán cada vez menos presenciales y más virtuales. De aquí al domingo 2 de junio de 2024, fecha de la jornada electoral en que se votará y elegirá principalmente presidente de la república.

La revolución de las redes sociales, la pirámide poblacional y el ensanchamiento de la banda de los jóvenes, convirtiéndose en el mayor segmento electoral, la creciente apatía y el desanimo de participar en las elecciones donde las y los candidatos ofrezcan recetas y formulas viejas, que no han sido capaces de resolver problemas que se han vuelto crónicos, como la inseguridad pública, la corrupción, la impunidad, los privilegios, lujos y excesos de los políticos y de los gobernantes, el nepotismo, la debilidad de las economías familiares, la mala educación, los malos servicios públicos de salud y la pobreza, anticipan que el estilo y el tono de las campañas por venir serán inéditas y no necesariamente convenientes para el desarrollo de nuestra sociedad.

La polarización social, el encono, la frustración de diversos sectores de la sociedad mexicana y la inconformidad activa de organizaciones civiles, de la clase media, de la oposición mexicana, así como la fortaleza del presidente en turno, sostenida real o artificialmente en las encuestas, que obliga a mantener esa agresiva campaña de desprestigio a sus adversarios, de sometimiento, de presión política para retener y conservar el poder a toda costa, podrían desembocar en alta tensión, en campañas negras, en propaganda apócrifa, en la circulación masiva de mentiras y engaños -peor que nunca-, dificultando la difusión de propuestas, de planes, de argumentación sólida que permitir al elector racionalizar su voto, en lugar de moverse dirigido por su necesidad y por sus emociones.

Es momento de construir discursos profundos, de definir que representa cada candidato y como se diferencia de los demás, sin caer en la simpleza ideológica de liberales o conservadores, buenos y malos, ni generalizar honestidades o deshonestidades solamente por el partido político que los postula. La descalificación debería de ser sancionada. La crítica sin propuestas, no debería admitirse ni aplaudirse en ninguna forma. Construir una narrativa llamativa implica usar datos duros, cifras reales, describir el momento actual y promover cual es el estado ideal y como se conseguirá avanzar hacia allá.

El resultado de las elecciones, básicamente a quienes les conviene es a los partidos políticos, a las cupulas gobernantes y a los grupos de poder, no a los ciudadanos, no a la inmensa mayoría de los mexicanos. Es tiempo de trabajar y esforzarnos por lograr lo que a la gente le sirve, lo que la gente exige para vivir mejor, lo que construya un futuro diferente para que nuestros hijos vivan mejor que nosotros.

A México le conviene, le sirve y le es útil acabar con la división y la polarización entre sus habitantes. También le sirve encontrar puntos de acuerdo generales, sin importar partidos políticos y colores, para trazar nuestro destino y empujar unidos todos para lograr resolver problemas y alcanzar beneficios colectivos a corto plazo. El objetivo de los políticos es que votemos por ellos a como dé lugar; el objetivo de los ciudadanos debe de ser elegir a las y a los mejores perfiles, a los más inteligentes, a los más capaces, a los más éticos y honrados, de donde vengan y de donde sean, por que con esos perfiles estaríamos avanzando y cambiando lo que hoy tenemos para bien de todos.