/ viernes 18 de enero de 2019

Brexnot

Hay un gran sentimiento de desilusión entre los ciudadanos británicos en torno al proceso del Brexit, que continúa a marchas forzadas rumbo a su salida de la Unión Europea el próximo 29 de marzo. Theresa May, primera ministra británica, ha pasado por un arduo camino que comenzó con la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, que definía un plazo fatal de dos años para la negociación de los términos de salida de Reino Unido, así como negociaciones entre Reino Unido y Bruselas, la aprobación del Tratado de Retirada por el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo, y finalmente el rechazo contundente del Tratado por el Parlamento Británico.

Con 432 votos en contra del acuerdo que negoció la primera ministra británica con la Unión Europea, y 202 a favor del Parlamento Británico, el destino del Brexit se revela incierto. Una parte importante del rechazo de los parlamentarios se debe a la frontera que divide a la República de Irlanda, que es parte de la Unión Europea y a Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido. El conflicto radica en la consideración de algunos parlamentarios de rehusarse “entregar” a Irlanda del Norte a la Unión Europa.

Los parlamentarios británicos aspiran renegociar el acuerdo firmado con la UE en noviembre del año pasado. Sin embargo, esta opción no es del todo viable ya que en Bruselas insisten en que el Tratado está cerrado y sólo se permitirían realizar aclaraciones. En todo caso, existen diversos escenarios posibles ante la posibilidad cada vez mayor de que el plazo de la salida no se logre llevar a cabo para el 29 de marzo:

Se abrió la posibilidad de llevar a cabo un segundo referéndum sobre el Brexit o convocar elecciones generales en el supuesto de que Theresa May termine por caer ante ese difícil contexto.

El Tribunal de Justicia Europeo dictaminó que Reino Unido tiene el derecho de paralizar el proceso de salida de la Unión de forma unilateral. Este es un escenario que la primera ministra rechaza por la propuesta del bloque de oposición que pretende llevar a cabo otro referéndum.

Que May vuelva a Bruselas en busca de las aclaraciones pertinentes en el acuerdo, con las que logre sumar los apoyos necesarios en una segunda votación parlamentaria. En este escenario de nuevas negociaciones, el Gobierno británico tendría que solicitar una prórroga que tendría que ser validada por los 27 países de la Unión, para que Reino Unido no se retire el 29 de marzo. Sin embargo, esto es complicado ya que la prórroga (asumiendo que todos los países accedieran a darla) podría extenderse únicamente hasta el mes de julio.

El escenario más desfavorable sería que llegara el día 29 de marzo y que no se extendiera una prórroga, ni se contara con un pacto formalmente acordado y aprobado, entonces, ocurriría la salida automática del bloque sin negociación y con todas sus consecuencias e implicaciones. El denominado “Brexit duro”, que terminaría por afectar política y económicamente tanto al Reino Unido como la Unión Europea.

El parlamento británico se encuentra sumamente dividido en sus posturas y no se avecina un acuerdo que pudiera tener grandes modificaciones para sumar los votos necesarios. Sin duda el Gobierno británico se encuentra en una tremenda encrucijada, en la cual lo mejor para los británicos probablemente sería el escenario de 180 grados, donde tuvieran que volver a empezar con otra consulta.


Politóloga

Twitter: glapem_

Instagram: glapem_

Hay un gran sentimiento de desilusión entre los ciudadanos británicos en torno al proceso del Brexit, que continúa a marchas forzadas rumbo a su salida de la Unión Europea el próximo 29 de marzo. Theresa May, primera ministra británica, ha pasado por un arduo camino que comenzó con la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, que definía un plazo fatal de dos años para la negociación de los términos de salida de Reino Unido, así como negociaciones entre Reino Unido y Bruselas, la aprobación del Tratado de Retirada por el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo, y finalmente el rechazo contundente del Tratado por el Parlamento Británico.

Con 432 votos en contra del acuerdo que negoció la primera ministra británica con la Unión Europea, y 202 a favor del Parlamento Británico, el destino del Brexit se revela incierto. Una parte importante del rechazo de los parlamentarios se debe a la frontera que divide a la República de Irlanda, que es parte de la Unión Europea y a Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido. El conflicto radica en la consideración de algunos parlamentarios de rehusarse “entregar” a Irlanda del Norte a la Unión Europa.

Los parlamentarios británicos aspiran renegociar el acuerdo firmado con la UE en noviembre del año pasado. Sin embargo, esta opción no es del todo viable ya que en Bruselas insisten en que el Tratado está cerrado y sólo se permitirían realizar aclaraciones. En todo caso, existen diversos escenarios posibles ante la posibilidad cada vez mayor de que el plazo de la salida no se logre llevar a cabo para el 29 de marzo:

Se abrió la posibilidad de llevar a cabo un segundo referéndum sobre el Brexit o convocar elecciones generales en el supuesto de que Theresa May termine por caer ante ese difícil contexto.

El Tribunal de Justicia Europeo dictaminó que Reino Unido tiene el derecho de paralizar el proceso de salida de la Unión de forma unilateral. Este es un escenario que la primera ministra rechaza por la propuesta del bloque de oposición que pretende llevar a cabo otro referéndum.

Que May vuelva a Bruselas en busca de las aclaraciones pertinentes en el acuerdo, con las que logre sumar los apoyos necesarios en una segunda votación parlamentaria. En este escenario de nuevas negociaciones, el Gobierno británico tendría que solicitar una prórroga que tendría que ser validada por los 27 países de la Unión, para que Reino Unido no se retire el 29 de marzo. Sin embargo, esto es complicado ya que la prórroga (asumiendo que todos los países accedieran a darla) podría extenderse únicamente hasta el mes de julio.

El escenario más desfavorable sería que llegara el día 29 de marzo y que no se extendiera una prórroga, ni se contara con un pacto formalmente acordado y aprobado, entonces, ocurriría la salida automática del bloque sin negociación y con todas sus consecuencias e implicaciones. El denominado “Brexit duro”, que terminaría por afectar política y económicamente tanto al Reino Unido como la Unión Europea.

El parlamento británico se encuentra sumamente dividido en sus posturas y no se avecina un acuerdo que pudiera tener grandes modificaciones para sumar los votos necesarios. Sin duda el Gobierno británico se encuentra en una tremenda encrucijada, en la cual lo mejor para los británicos probablemente sería el escenario de 180 grados, donde tuvieran que volver a empezar con otra consulta.


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