/ martes 28 de diciembre de 2021

Balance 2021

Ahora que se acerca el final del año, es importante reconocer por encima de todo la bondad de Dios y no olvidar ninguno de sus beneficios, recordando que en los últimos doce meses han tenido lugar diversos acontecimientos que han hecho del 2021 un año que quedará en la memoria de los seres humanos.

No sé si usted amable lector haya tenido un buen año, o quizás el 2021 haya sido un año complicado por las circunstancias actuales de la pandemia. Como haya sido, este año se aproxima a su fin y un nuevo año está por delante.

Lo importante es mirar en retrospectiva para ver cuáles fueron nuestros aciertos, qué hicimos mal, y los proyectos que dejamos de hacer. De esta manera sacaremos en claro qué cosas fueron una pérdida de tiempo, y cuáles fueron rentables y provechosas.

El ejercicio de mirar hacia atrás es necesario no sólo para hacer un balance de los logros personales, sino para aprender de las experiencias pasadas, de nuestros errores y tropiezos en los diferentes ámbitos de nuestra vida. Se trata de saber qué cosas quedaron en simples planes de agenda, procurando que el recuento en cuestión nos sirva de utilidad como paso previo para establecer los propósitos del año que está por empezar.

Al detectar aquellas metas que no se consiguieron en el año viejo, es fundamental ahondar en los motivos que impidieron su realización. Perder de vista esta situación por la celebración, la cena, los amigos y los regalos puede ocasionar que en 2022 volvamos a incurrir en distracciones que más tarde tengamos que lamentar.

No se trata de evaluar únicamente a las personas que nos rodean, ni de examinar con ojo crítico el quehacer público de quienes nos gobiernan, reconociendo mezquinamente sus aciertos y centrándonos en la crítica mordaz de sus desaciertos y pérdidas. No que esto último sea malo, pero lo importante es ver qué propósitos y promesas personales quedaron en el tintero, sin cumplirse, sin llevarse a cabo.

En mi opinión, debemos aprender a desterrar de nosotros la costumbre de justificar las equivocaciones personales, así como la actitud de ser demasiados enérgicos en el juicio que hacemos del trabajo que realizan las instituciones públicas. Seguir así puede impedirnos crecer como seres humanos y como nación. De ahí la importancia de tomar la sabia decisión de convertirnos en el motor del cambio que queremos en nuestra familia y en nuestro país.

Si en nuestro balance encontramos sentimientos, pensamientos y acciones que nos enorgullecen, es importante tomar la determinación de mejorar en la medida de lo posible lo que fuimos en el año que se va, procurando ser hoy mejores que ayer, y mañana mejores que hoy, y el año próximo mejores de lo que fuimos este año.

Lo que hicimos mal en el agónico 2021 no debe nulificar nuestra capacidad de crear expectativas o propósitos de año nuevo, aunque esto sea considerado por algunos como un arma de doble filo, que sirve por un lado para avanzar, y por el otro como una forma de predecir el futuro, del que no sabemos absolutamente nada, colocando nuestra mente en un sitio que no le corresponde.

Los expertos en psicología recomiendan crear metas a corto plazo; no esperar demasiado de lo externo, y mas de nosotros mismos; buscar el lado positivo de las cosas a pesar de la adversidad; quererse a uno mismo con equilibrio, valorándose en su justa medida y sin exigirnos demasiado; erradicar el miedo al fracaso, lo que se logrará viendo oportunidades en vez de obstáculos, confiando siempre en nosotros mismos.

Si falló usted en sus propósitos de hace un año y no pudo dejar de fumar, de beber, de ser violento en el entorno laborar y familiar, me permito recordarle que hay una fuerza admirable que nunca falla: la de Dios. Sí, la de ese Dios que coronó este 2021 con sus bienes, uno de los cuales es la vacuna anticovid que este año se aplicó (al menos en una dosis) a más de 4.500 millones de personas en el mundo.


Twitter: @armayacastro

Ahora que se acerca el final del año, es importante reconocer por encima de todo la bondad de Dios y no olvidar ninguno de sus beneficios, recordando que en los últimos doce meses han tenido lugar diversos acontecimientos que han hecho del 2021 un año que quedará en la memoria de los seres humanos.

No sé si usted amable lector haya tenido un buen año, o quizás el 2021 haya sido un año complicado por las circunstancias actuales de la pandemia. Como haya sido, este año se aproxima a su fin y un nuevo año está por delante.

Lo importante es mirar en retrospectiva para ver cuáles fueron nuestros aciertos, qué hicimos mal, y los proyectos que dejamos de hacer. De esta manera sacaremos en claro qué cosas fueron una pérdida de tiempo, y cuáles fueron rentables y provechosas.

El ejercicio de mirar hacia atrás es necesario no sólo para hacer un balance de los logros personales, sino para aprender de las experiencias pasadas, de nuestros errores y tropiezos en los diferentes ámbitos de nuestra vida. Se trata de saber qué cosas quedaron en simples planes de agenda, procurando que el recuento en cuestión nos sirva de utilidad como paso previo para establecer los propósitos del año que está por empezar.

Al detectar aquellas metas que no se consiguieron en el año viejo, es fundamental ahondar en los motivos que impidieron su realización. Perder de vista esta situación por la celebración, la cena, los amigos y los regalos puede ocasionar que en 2022 volvamos a incurrir en distracciones que más tarde tengamos que lamentar.

No se trata de evaluar únicamente a las personas que nos rodean, ni de examinar con ojo crítico el quehacer público de quienes nos gobiernan, reconociendo mezquinamente sus aciertos y centrándonos en la crítica mordaz de sus desaciertos y pérdidas. No que esto último sea malo, pero lo importante es ver qué propósitos y promesas personales quedaron en el tintero, sin cumplirse, sin llevarse a cabo.

En mi opinión, debemos aprender a desterrar de nosotros la costumbre de justificar las equivocaciones personales, así como la actitud de ser demasiados enérgicos en el juicio que hacemos del trabajo que realizan las instituciones públicas. Seguir así puede impedirnos crecer como seres humanos y como nación. De ahí la importancia de tomar la sabia decisión de convertirnos en el motor del cambio que queremos en nuestra familia y en nuestro país.

Si en nuestro balance encontramos sentimientos, pensamientos y acciones que nos enorgullecen, es importante tomar la determinación de mejorar en la medida de lo posible lo que fuimos en el año que se va, procurando ser hoy mejores que ayer, y mañana mejores que hoy, y el año próximo mejores de lo que fuimos este año.

Lo que hicimos mal en el agónico 2021 no debe nulificar nuestra capacidad de crear expectativas o propósitos de año nuevo, aunque esto sea considerado por algunos como un arma de doble filo, que sirve por un lado para avanzar, y por el otro como una forma de predecir el futuro, del que no sabemos absolutamente nada, colocando nuestra mente en un sitio que no le corresponde.

Los expertos en psicología recomiendan crear metas a corto plazo; no esperar demasiado de lo externo, y mas de nosotros mismos; buscar el lado positivo de las cosas a pesar de la adversidad; quererse a uno mismo con equilibrio, valorándose en su justa medida y sin exigirnos demasiado; erradicar el miedo al fracaso, lo que se logrará viendo oportunidades en vez de obstáculos, confiando siempre en nosotros mismos.

Si falló usted en sus propósitos de hace un año y no pudo dejar de fumar, de beber, de ser violento en el entorno laborar y familiar, me permito recordarle que hay una fuerza admirable que nunca falla: la de Dios. Sí, la de ese Dios que coronó este 2021 con sus bienes, uno de los cuales es la vacuna anticovid que este año se aplicó (al menos en una dosis) a más de 4.500 millones de personas en el mundo.


Twitter: @armayacastro