/ domingo 3 de enero de 2021

Aristóteles Sandoval In Memoriam

No preguntes. Por quién doblan las campanas, doblan por ti. Publicó Ernest Hemingway, inspirado en el poema que escribiera John Donne en 1624.

La muerte de un semejante cimbra las más profundas fibras de una persona y la grandeza de cada ser humano se mide por su capacidad de asombro y la sensibilidad hacia sus semejantes, por eso, cuando alguien muere, se cierra una página, el libro de su destino y comienza el juicio de la sociedad, tratándose de un hombre público, el juicio de la historia, la brevedad de sus obras o de sus actos solo se pueden juzgar al paso del tiempo y con la serenidad que solo brinda el paso del tiempo.

Los resentimientos y desaires infringidos por alguien que ya ha muerto, mueren con el – o debieran morir con él – pero ello dependerá, decía de la grandeza, medianía o pequeñez de quienes le sobrevivan, colaboradores, amigos, conocidos, familiares o enemigos, cada quien conservará en el recuerdo el trato recibido bueno o malo, pero que el que ha partido ya no podrá cambiar ni justificar sus actos, a veces incluso algunos desconocidos o involuntarios, pero que al partir, ahí quedan sin confirmación o negación de la voluntad de haberse consumado, sin la disculpa – por desconocimiento quizá – de quien intervino en el acto. La conclusión, es que en cualquier caso el fallecido ya no puede defenderse, por lo que es obligación humana respetar la memoria de quien partió sin aclarar o explicar su conducta y es un acto magnánimo de quien permanece, guardar silencio ante quien ya no pueda defenderse. Solo he conocido un solo acto vil y cobarde, de un periodista hace años, refiriéndose a la muerte de un gobernador de Yucatán Víctor Cervera Pacheco, de quien dijo, que esperaba en algún momento visitar su tumba para escupirla con desprecio. Ese gesto, intrascendente sobre alguien que consecuentemente ni se enteraría del insulto, solo habla mal de quien así actúa o se pronuncie. Lo mismo he visto en algunas redes, las expresiones que sólo puede eructar el lumpen acostumbrado a ello.

El mismo gobernador Enrique Alfaro, habiendo tenido diferencias políticas naturales, fue el primero en expresar sus condolencias – así, en plural expresivo que en español no denota cantidad sino intensidad – porque sensible al condenable acto, mostró con ello, su estatura y sensibilidad humana y, quien lo perpetró sabe que el primer perjudicado con el asesinato es el gobernador.

A quien o a quienes beneficia la muerte de Aristóteles, por qué en Puerto Vallarta, precisamente en uno de los tres destinos turísticos más importantes del país, lanzando un mensaje de alarma al turismo internacional y en e dintel de las elecciones más definitorias dela vida de México, por qué en un Estado gobernado por uno de los gobernadores más críticos del actual gobierno Federal. Por qué un operativo tan sincronizado, a quien le están agradeciendo “algo” con ello. Porque hasta en el momento que esto se escribe se ignoran los nombres de los acompañantes del sacrificado. Por qué, el departamento de Estado de los Estados Unidos adelantó la exigencia de conocer el curso de las investigaciones. Acaso por tratarse nada más de un centro turístico frecuentado mayoritariamente por turismo norteamericano, cuando a su toma de posesión asistió el entonces embajador Earl Anthony Wayne cercano al Departamento de Estado de EEUU.

Como padre, me solidarizo con el padre de él. El Magistrado Leonel Sandoval Figueroa, con su mamá, su esposa y sus hijas, a quienes acaso pudiera servirles de consuelo, el orgullo de que, en pocos años, conquistó su lugar en la historia de Jalisco y de México. Inició también su leyenda, cuando cobra vigencia su discurso de toma de protesta ante el poder legislativo, hoy escucharlo o releerlo resulta imprescindible.

sadot16@hotmail.com

No preguntes. Por quién doblan las campanas, doblan por ti. Publicó Ernest Hemingway, inspirado en el poema que escribiera John Donne en 1624.

La muerte de un semejante cimbra las más profundas fibras de una persona y la grandeza de cada ser humano se mide por su capacidad de asombro y la sensibilidad hacia sus semejantes, por eso, cuando alguien muere, se cierra una página, el libro de su destino y comienza el juicio de la sociedad, tratándose de un hombre público, el juicio de la historia, la brevedad de sus obras o de sus actos solo se pueden juzgar al paso del tiempo y con la serenidad que solo brinda el paso del tiempo.

Los resentimientos y desaires infringidos por alguien que ya ha muerto, mueren con el – o debieran morir con él – pero ello dependerá, decía de la grandeza, medianía o pequeñez de quienes le sobrevivan, colaboradores, amigos, conocidos, familiares o enemigos, cada quien conservará en el recuerdo el trato recibido bueno o malo, pero que el que ha partido ya no podrá cambiar ni justificar sus actos, a veces incluso algunos desconocidos o involuntarios, pero que al partir, ahí quedan sin confirmación o negación de la voluntad de haberse consumado, sin la disculpa – por desconocimiento quizá – de quien intervino en el acto. La conclusión, es que en cualquier caso el fallecido ya no puede defenderse, por lo que es obligación humana respetar la memoria de quien partió sin aclarar o explicar su conducta y es un acto magnánimo de quien permanece, guardar silencio ante quien ya no pueda defenderse. Solo he conocido un solo acto vil y cobarde, de un periodista hace años, refiriéndose a la muerte de un gobernador de Yucatán Víctor Cervera Pacheco, de quien dijo, que esperaba en algún momento visitar su tumba para escupirla con desprecio. Ese gesto, intrascendente sobre alguien que consecuentemente ni se enteraría del insulto, solo habla mal de quien así actúa o se pronuncie. Lo mismo he visto en algunas redes, las expresiones que sólo puede eructar el lumpen acostumbrado a ello.

El mismo gobernador Enrique Alfaro, habiendo tenido diferencias políticas naturales, fue el primero en expresar sus condolencias – así, en plural expresivo que en español no denota cantidad sino intensidad – porque sensible al condenable acto, mostró con ello, su estatura y sensibilidad humana y, quien lo perpetró sabe que el primer perjudicado con el asesinato es el gobernador.

A quien o a quienes beneficia la muerte de Aristóteles, por qué en Puerto Vallarta, precisamente en uno de los tres destinos turísticos más importantes del país, lanzando un mensaje de alarma al turismo internacional y en e dintel de las elecciones más definitorias dela vida de México, por qué en un Estado gobernado por uno de los gobernadores más críticos del actual gobierno Federal. Por qué un operativo tan sincronizado, a quien le están agradeciendo “algo” con ello. Porque hasta en el momento que esto se escribe se ignoran los nombres de los acompañantes del sacrificado. Por qué, el departamento de Estado de los Estados Unidos adelantó la exigencia de conocer el curso de las investigaciones. Acaso por tratarse nada más de un centro turístico frecuentado mayoritariamente por turismo norteamericano, cuando a su toma de posesión asistió el entonces embajador Earl Anthony Wayne cercano al Departamento de Estado de EEUU.

Como padre, me solidarizo con el padre de él. El Magistrado Leonel Sandoval Figueroa, con su mamá, su esposa y sus hijas, a quienes acaso pudiera servirles de consuelo, el orgullo de que, en pocos años, conquistó su lugar en la historia de Jalisco y de México. Inició también su leyenda, cuando cobra vigencia su discurso de toma de protesta ante el poder legislativo, hoy escucharlo o releerlo resulta imprescindible.

sadot16@hotmail.com