/ sábado 28 de septiembre de 2019

Apuntes de verdad, paz y ética para gobernar


Conviene que el custodio de las leyes y el gobernante de la ciudad, en la medida en que pueda, con palabras y éstas las más suaves, tutele los ánimos de forma que les persuada a cumplir con su deber, y concilie en sus corazones el anhelo de lo honesto y de lo justo

Séneca

Octavio Paz decía que “la corrupción de la conducta de los seres humanos se inicia por la palabra. La corrupción de las palabras es la fuente de toda corrupción. Cuando las palabras se corrompen, la sociedad se corrompe. Una nación comienza a corromperse cuando se corrompe su sintaxis” por lo que un uso adecuado de las palabras da pauta a una buena sociedad.

A quien ejerce la retórica se le denomina retórico, retor u orador, es decir, aquel que tiene habilidad para hablar, para manejar acertivamente el lenguaje. El orador actúa construyendo y pronunciando un discurso con el que consigue influir y convencer al oyente. El arma fundamental del orador es el manejo del lenguaje.

Para Platón, la actividad retórica no se puede realizar más que dentro del ámbito de la ética. La ética del individuo está en relación con la ética de la sociedad. La verdadera retórica no trata de agradar sino de procurar el mayor bien a los ciudadanos. En sus propias palabras: “Quien tiene el propósito de ser realmente orador ha de ser justo y conocedor de lo justo".

En la Roma clásica, aparece la figura del “Retor” en la persona de Marco Fabio Quintiliano quien se dedicó a enseñar retórica acompañada de una fuerte formación ética. El retor tenía entre sus funciones enseñar Retórica acompañada de un conjunto de cualidades referidas a la conducta moral y al carácter. Quintiliano actuaba en base a dos principios: cercanía y constancia.

El primer principio, cercanía, se refería a permanecer cerca de la persona a quien se influye éticamente. En este sentido, el retor ofrecía diálogo a su discípulo, establecía una relación estrecha que daba confianza, fluidez y seguridad a la vez que resolvía cualquier duda. El segundo principio, constancia, se refería a la continuidad en la formación, la perseverancia y permanencia. La reiteración de los valores éticos debía hacerse con paciencia, habilidad y tacto, con el fin de no generar un rechazo hacia las enseñanzas.

En esta época cualquier retor u orador poseía un perfil que reunía al menos las siguientes características: capacidad de expresión, de argumentación, de convencimiento, de persuasión, de razonamiento con agilidad mental, elocuencia y dominio de la palabra, manejo del lenguaje no verbal, sagacidad y seguridad ante el auditorio.

En tiempos de refundación y transformacion anunciadas por nuestros gobernantes, vale la pena recordar estos apuntes. Sin duda, pueden servir para el ejercicio de paz y gobernanza ante los grandes retos de violencia y crisis en materia de salud, que hoy padecemos en nuestra ciudad.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco



Conviene que el custodio de las leyes y el gobernante de la ciudad, en la medida en que pueda, con palabras y éstas las más suaves, tutele los ánimos de forma que les persuada a cumplir con su deber, y concilie en sus corazones el anhelo de lo honesto y de lo justo

Séneca

Octavio Paz decía que “la corrupción de la conducta de los seres humanos se inicia por la palabra. La corrupción de las palabras es la fuente de toda corrupción. Cuando las palabras se corrompen, la sociedad se corrompe. Una nación comienza a corromperse cuando se corrompe su sintaxis” por lo que un uso adecuado de las palabras da pauta a una buena sociedad.

A quien ejerce la retórica se le denomina retórico, retor u orador, es decir, aquel que tiene habilidad para hablar, para manejar acertivamente el lenguaje. El orador actúa construyendo y pronunciando un discurso con el que consigue influir y convencer al oyente. El arma fundamental del orador es el manejo del lenguaje.

Para Platón, la actividad retórica no se puede realizar más que dentro del ámbito de la ética. La ética del individuo está en relación con la ética de la sociedad. La verdadera retórica no trata de agradar sino de procurar el mayor bien a los ciudadanos. En sus propias palabras: “Quien tiene el propósito de ser realmente orador ha de ser justo y conocedor de lo justo".

En la Roma clásica, aparece la figura del “Retor” en la persona de Marco Fabio Quintiliano quien se dedicó a enseñar retórica acompañada de una fuerte formación ética. El retor tenía entre sus funciones enseñar Retórica acompañada de un conjunto de cualidades referidas a la conducta moral y al carácter. Quintiliano actuaba en base a dos principios: cercanía y constancia.

El primer principio, cercanía, se refería a permanecer cerca de la persona a quien se influye éticamente. En este sentido, el retor ofrecía diálogo a su discípulo, establecía una relación estrecha que daba confianza, fluidez y seguridad a la vez que resolvía cualquier duda. El segundo principio, constancia, se refería a la continuidad en la formación, la perseverancia y permanencia. La reiteración de los valores éticos debía hacerse con paciencia, habilidad y tacto, con el fin de no generar un rechazo hacia las enseñanzas.

En esta época cualquier retor u orador poseía un perfil que reunía al menos las siguientes características: capacidad de expresión, de argumentación, de convencimiento, de persuasión, de razonamiento con agilidad mental, elocuencia y dominio de la palabra, manejo del lenguaje no verbal, sagacidad y seguridad ante el auditorio.

En tiempos de refundación y transformacion anunciadas por nuestros gobernantes, vale la pena recordar estos apuntes. Sin duda, pueden servir para el ejercicio de paz y gobernanza ante los grandes retos de violencia y crisis en materia de salud, que hoy padecemos en nuestra ciudad.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco