/ domingo 7 de junio de 2020

Alteraciones cardiovasculares

La Obesidad representa un serio problema de salud pública en los países subdesarrollados, pues ocasiona una disminución de la esperanza de vida y constituye la segunda causa de mortalidad previsible.

La asociación entre obesidad y enfermedad cardiovascular es compleja y no se limita a factores mediadores tradicionales como hipertensión, dislipemia (afección de grasas en sangre) y diabetes mellitus tipo 2. En años recientes, diversos estudios han demostrado que la obesidad podría causar enfermedad cardiovascular mediante otros mecanismos como inflamación subclínica, disfunción endotelial, aumento del tono simpático, perfil lipídico aterogénico, factores trombogénicos y las altas concentraciones de leptina e insulina, la apnea obstructiva del sueño, el intercambio aumentado de ácidos grasos libres, el depósito de grasa intramiocárdico y subepicárdico (En las paredes del corazón) y la apnea obstructiva del sueño. A pesar de la gran cantidad de datos que relacionan la obesidad con la enfermedad cardiovascular, varios estudios han demostrado una asociación paradójica entre la obesidad y el pronóstico en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida. Esto se ha atribuido a la manera en que se define actualmente la obesidad. La evidencia indica que sería más apropiado medir la grasa corporal total y usar marcadores de obesidad central, en vez de sólo usar el índice de masa corporal.

Inflamación sistémica

La inflamación ha emergido como un poderoso factor predictor, y tal vez etiológico, de la enfermedad cardiovascular. La concentración elevada de proteína C reactiva (PCR) (indicador de la existencia de proceso inflamatorio), se ha asociado a un aumento en el riesgo de infarto de miocardio, enfermedad cerebrovascular, enfermedad arterial periférica y muerte por enfermedad isquémica cardiaca en varones y mujeres aparentemente sanos.

La obesidad se asocia a diversos cambios en el sistema de coagulación y fibrinolítico que favorecen el desarrollo de trombos en el sistema Vascular.

El tejido adiposo subepicárdico es una forma particular de tejido adiposo visceral depositado alrededor del corazón, primordialmente alrededor de las arterias coronarias subepicárdicas. Aunque a simple vista esa descripción podría ser sólo una curiosidad anatómica, hay evidencia de la importancia fisiológica y metabólica de dicho tejido adiposo, especialmente en la asociación con el riesgo cardiovascular y la patogenia de la aterosclerosis coronaria (Endurecimiento de las paredes de las arterias coronarias del corazón que favorecen los Infartos cardiacos).

Se considera el aumento del índice cintura-cadera el mayor predictor del riesgo cardiovascular. Así, en la “obesidad central, androide o abdominal” hay mayor riesgo cardiovascular que en la “obesidad ginecoide, inferior, o gluteofemoral” y sabemos que, en el caso de sobrepeso u obesidad, los andrógenos (hormonas masculinas) favorecen la acumulación de grasa abdominal mientras que los estrógenos (hormonas femeninas) condicionan el depósito de grasa periférica, es decir, gluteofemoral.

El manejo de la obesidad es usualmente un reto. Los cambios de estilo de vida o los agentes farmacológicos tienen un efecto pequeño en la pérdida de peso y no previenen la recurrencia. Se ha probado que la cirugía bariátrica es un medio efectivo y seguro para inducir y mantener una pérdida de peso significativa, “pero su uso está limitado sólo a pacientes con obesidad clínicamente complicada o con obesidad mórbida.”

* Médico jefe del Servicio de Endocrinología del Antiguo Hospital Civil

Profesor Honorario de la Clínica de Endocrinología del CUCS

hegovidrio@hotmail.com

La Obesidad representa un serio problema de salud pública en los países subdesarrollados, pues ocasiona una disminución de la esperanza de vida y constituye la segunda causa de mortalidad previsible.

La asociación entre obesidad y enfermedad cardiovascular es compleja y no se limita a factores mediadores tradicionales como hipertensión, dislipemia (afección de grasas en sangre) y diabetes mellitus tipo 2. En años recientes, diversos estudios han demostrado que la obesidad podría causar enfermedad cardiovascular mediante otros mecanismos como inflamación subclínica, disfunción endotelial, aumento del tono simpático, perfil lipídico aterogénico, factores trombogénicos y las altas concentraciones de leptina e insulina, la apnea obstructiva del sueño, el intercambio aumentado de ácidos grasos libres, el depósito de grasa intramiocárdico y subepicárdico (En las paredes del corazón) y la apnea obstructiva del sueño. A pesar de la gran cantidad de datos que relacionan la obesidad con la enfermedad cardiovascular, varios estudios han demostrado una asociación paradójica entre la obesidad y el pronóstico en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida. Esto se ha atribuido a la manera en que se define actualmente la obesidad. La evidencia indica que sería más apropiado medir la grasa corporal total y usar marcadores de obesidad central, en vez de sólo usar el índice de masa corporal.

Inflamación sistémica

La inflamación ha emergido como un poderoso factor predictor, y tal vez etiológico, de la enfermedad cardiovascular. La concentración elevada de proteína C reactiva (PCR) (indicador de la existencia de proceso inflamatorio), se ha asociado a un aumento en el riesgo de infarto de miocardio, enfermedad cerebrovascular, enfermedad arterial periférica y muerte por enfermedad isquémica cardiaca en varones y mujeres aparentemente sanos.

La obesidad se asocia a diversos cambios en el sistema de coagulación y fibrinolítico que favorecen el desarrollo de trombos en el sistema Vascular.

El tejido adiposo subepicárdico es una forma particular de tejido adiposo visceral depositado alrededor del corazón, primordialmente alrededor de las arterias coronarias subepicárdicas. Aunque a simple vista esa descripción podría ser sólo una curiosidad anatómica, hay evidencia de la importancia fisiológica y metabólica de dicho tejido adiposo, especialmente en la asociación con el riesgo cardiovascular y la patogenia de la aterosclerosis coronaria (Endurecimiento de las paredes de las arterias coronarias del corazón que favorecen los Infartos cardiacos).

Se considera el aumento del índice cintura-cadera el mayor predictor del riesgo cardiovascular. Así, en la “obesidad central, androide o abdominal” hay mayor riesgo cardiovascular que en la “obesidad ginecoide, inferior, o gluteofemoral” y sabemos que, en el caso de sobrepeso u obesidad, los andrógenos (hormonas masculinas) favorecen la acumulación de grasa abdominal mientras que los estrógenos (hormonas femeninas) condicionan el depósito de grasa periférica, es decir, gluteofemoral.

El manejo de la obesidad es usualmente un reto. Los cambios de estilo de vida o los agentes farmacológicos tienen un efecto pequeño en la pérdida de peso y no previenen la recurrencia. Se ha probado que la cirugía bariátrica es un medio efectivo y seguro para inducir y mantener una pérdida de peso significativa, “pero su uso está limitado sólo a pacientes con obesidad clínicamente complicada o con obesidad mórbida.”

* Médico jefe del Servicio de Endocrinología del Antiguo Hospital Civil

Profesor Honorario de la Clínica de Endocrinología del CUCS

hegovidrio@hotmail.com