/ miércoles 11 de abril de 2018

Alegraos ¿de qué? la extraña llamada de Gaudete et Exultate

Francisco García Pimentel


¿Alegrarse? ¿De qué? En medio del remolino actual de cinismo y confusión; en medio de negociaciones necias con un manipulador profesional del otro lado de la frontera; en medio de campañas políticas en donde la verdad carece de importancia; en medio de crisis humanitarias, económicas y ambientales…

En medio de un mundo que teme a palabras como realidad, verdad y ciencia, el monarca del Vaticano, a quien millones llaman Papa, Padre, publicó esta semana un documento que parece una absurda contracorriente dentro del flujo actual de la historia. Desde el punto de vista político, noticioso, actual y cotidiano, podría parecer redundante y reservado a los pasillos de mármol y los confesionarios.

El documento, una exhortación apostólica, se llama “Alegraos y Regocijaos”, en latín “Gaudete et Exultate”.

¿Alegrarse? ¿Regocijarse? ¿De qué está hablando este hombre? ¿Acaso no sabe de los pobres, los asesinados, los torturados, los desaparecidos, los abandonados, los perseguidos?

Gaudete et Exultate es un documento, en efecto, de violenta contracorriente. Es una cachetada para despertar; un silbato, semáforo y stop. Es un altavoz que habla al mundo, por una parte, y al oído de los que sufren, por otro; y es hasta ahora la voz más revolucionaria de un Papa revolucionario.

¿El tema? La santidad.

Pero ¡vamos! ¿Quién habla a estas alturas de cosas como santidad, además de los párrocos de pueblo? Hoy tenemos miles de libros más modernos, que hablan de éxito, libertad y plenitud. Riqueza, victoria y salud. Somos gente que trabaja y que lucha día a día para sobrevivir en medio de un mundo agresivo. No somos monjes, ni párrocos ni obispos.

Y es aquí en donde la exhortación enciende y revoluciona; en donde el fusible resiste la corriente de energía entre ambos mundos: el material y el espiritual. Ante la acusación de anacronismo, responde con claridad. Es precisamente porque no somos ni monjes ni párrocos ni obispos que la llamada a la santidad se hace urgente; porque la búsqueda es universal, y porque la santidad, la vida llena, es la conjunción más sencilla de éxito, libertad, salud, riqueza, victoria y plenitud.

Gaudete… hace eco de las expectativas más reales en los términos más humanos, y en medio del mundo que pelea migajas, lanza una pregunta descarada: ¿y por qué no apostar todo por todo?

Es una invitación profundamente realista y práctica, sin romanticismos innecesarios, clavada en el espejo de lo que está vivo: una llamada universal que habla y escucha a las madres, a las amas de casa, a los trabajadores, a los hombres de negocios, a los jornaleros y los políticos. Es una afirmación rebelde: Todos pueden ser santos. Es una línea de salvamento para los que están cansados y oprimidos: se pude aspirar a más. No es ridículo o falso, ni imposible o absurdo pensar en la santidad.

El Papa Francisco logra hacer actual una verdad eterna, y vuelve a poner en la mesa la brújula que tantos buscan. No es coincidencia que se escriba en estos días, ni que se entregue en medio de estos tiempos. Es un documento sencillo, sí, pero firmado con la estrategia de un pastor con visión más amplia que muchos líderes actuales, que nos recuerda que la historia de la humanidad no se agota en la siguiente curva, la siguiente elección o el siguiente partido; sino que es más grande y más importante que las paredes de oscuros ladrillos que a veces nos oprimen.

Es, por tanto, un documento político, filosófico, humano y espiritual. Es un documento de esperanza para los que se hallan agotados y para los que han olvidado las verdades más esenciales. Es una conversación que efectivamente remueve los lentes oscuros de la inmediatez para recordarnos que existe el horizonte, y que ese horizonte es real y es alcanzable.

Católico o no, es una lectura que obliga. Lo peor que puede pasar es que te plantees la posibilidad de ser la mejor versión de ti mismo.

@franciscogpr



Francisco García Pimentel


¿Alegrarse? ¿De qué? En medio del remolino actual de cinismo y confusión; en medio de negociaciones necias con un manipulador profesional del otro lado de la frontera; en medio de campañas políticas en donde la verdad carece de importancia; en medio de crisis humanitarias, económicas y ambientales…

En medio de un mundo que teme a palabras como realidad, verdad y ciencia, el monarca del Vaticano, a quien millones llaman Papa, Padre, publicó esta semana un documento que parece una absurda contracorriente dentro del flujo actual de la historia. Desde el punto de vista político, noticioso, actual y cotidiano, podría parecer redundante y reservado a los pasillos de mármol y los confesionarios.

El documento, una exhortación apostólica, se llama “Alegraos y Regocijaos”, en latín “Gaudete et Exultate”.

¿Alegrarse? ¿Regocijarse? ¿De qué está hablando este hombre? ¿Acaso no sabe de los pobres, los asesinados, los torturados, los desaparecidos, los abandonados, los perseguidos?

Gaudete et Exultate es un documento, en efecto, de violenta contracorriente. Es una cachetada para despertar; un silbato, semáforo y stop. Es un altavoz que habla al mundo, por una parte, y al oído de los que sufren, por otro; y es hasta ahora la voz más revolucionaria de un Papa revolucionario.

¿El tema? La santidad.

Pero ¡vamos! ¿Quién habla a estas alturas de cosas como santidad, además de los párrocos de pueblo? Hoy tenemos miles de libros más modernos, que hablan de éxito, libertad y plenitud. Riqueza, victoria y salud. Somos gente que trabaja y que lucha día a día para sobrevivir en medio de un mundo agresivo. No somos monjes, ni párrocos ni obispos.

Y es aquí en donde la exhortación enciende y revoluciona; en donde el fusible resiste la corriente de energía entre ambos mundos: el material y el espiritual. Ante la acusación de anacronismo, responde con claridad. Es precisamente porque no somos ni monjes ni párrocos ni obispos que la llamada a la santidad se hace urgente; porque la búsqueda es universal, y porque la santidad, la vida llena, es la conjunción más sencilla de éxito, libertad, salud, riqueza, victoria y plenitud.

Gaudete… hace eco de las expectativas más reales en los términos más humanos, y en medio del mundo que pelea migajas, lanza una pregunta descarada: ¿y por qué no apostar todo por todo?

Es una invitación profundamente realista y práctica, sin romanticismos innecesarios, clavada en el espejo de lo que está vivo: una llamada universal que habla y escucha a las madres, a las amas de casa, a los trabajadores, a los hombres de negocios, a los jornaleros y los políticos. Es una afirmación rebelde: Todos pueden ser santos. Es una línea de salvamento para los que están cansados y oprimidos: se pude aspirar a más. No es ridículo o falso, ni imposible o absurdo pensar en la santidad.

El Papa Francisco logra hacer actual una verdad eterna, y vuelve a poner en la mesa la brújula que tantos buscan. No es coincidencia que se escriba en estos días, ni que se entregue en medio de estos tiempos. Es un documento sencillo, sí, pero firmado con la estrategia de un pastor con visión más amplia que muchos líderes actuales, que nos recuerda que la historia de la humanidad no se agota en la siguiente curva, la siguiente elección o el siguiente partido; sino que es más grande y más importante que las paredes de oscuros ladrillos que a veces nos oprimen.

Es, por tanto, un documento político, filosófico, humano y espiritual. Es un documento de esperanza para los que se hallan agotados y para los que han olvidado las verdades más esenciales. Es una conversación que efectivamente remueve los lentes oscuros de la inmediatez para recordarnos que existe el horizonte, y que ese horizonte es real y es alcanzable.

Católico o no, es una lectura que obliga. Lo peor que puede pasar es que te plantees la posibilidad de ser la mejor versión de ti mismo.

@franciscogpr



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