/ viernes 13 de septiembre de 2019

Aguas con la ineptitud

El doctor Arturo Gleason, profesor investigador del CUAAD de la Universidad de Guadalajara, ha señalado, reiteradamente, en foros, conferencias magistrales y artículos periodísticos que: “en Guadalajara planeamos la ciudad sin conocer el comportamiento del ciclo del agua. Se aprueban planes parciales sin saber cómo un edificio afecta la hidrología superficial y subterránea, o cómo perjudica el funcionamiento de la red de abastecimiento donde se construye…”, en referencia a una redensificación mal entendida y sin considerar las nuevas necesidades del recurso acuífero, para una mayor población pero con las mismas redes hidráulicas de abastecimiento.

Sin embargo, el problema más grave del área metropolitana de Guadalajara lo han representado el surgimiento de fraccionamientos, previa deforestación y con cauces naturales convertidos en arterias de circulación vehícular, en la mayoría de los aprobados en los últimos 30 años.

No sólo es el caso de las inundaciones incontrolables donde el río Atemajac reconoce su afluente en la avenida Patria a partir del bosque de Los Colomos y luego del escurrimiento, a partir de precipitaciones pluviales atípicas del bosque de La Primavera en todas las zonas de amortiguamiento incluidas las áreas verdes y boscosas sobrevivientes, de la depredación fraccionadora en esta ciudad. Como el bosque del Nixticuil o el denominado “del Agua”; áreas protegidas por ciudadanos y académicos de la máxima casa de estudios, como Jaime Eloy Ruíz y el Dr. Gómez Vidrio.

Son las mismas circunstancias de los fraccionamientos surgidos en las faldas de la región boscosa más importante en la filtración del agua pluvial a través de las filtraciones al subsuelo y por lo tanto, a los mantos freáticos tan necesarios en los fraccionamientos más vulnerables por la falta de agua, principalmente en las zonas marginales del municipio de Tlajomulco, precisamente la región urbana donde se enclavan: el multicitado fraccionamiento de alta plusvalía, El Cielo, cuya riada debió ser previsible ante la deforestación del bosque aledaño, además de Rinconada Bosques de Santa Anita, en donde se ha cobrado la vida y el patrimonio de muchos inocentes.

Muchas decisiones urgentes deben tomar los ayuntamientos de Jalisco en relación a la tala inmoderada de bosques caracterizada por los intereses inmobiliarios, particularmente en las faldas de la primavera, la sierra del Cuale, la de Manantlán y otras áreas boscosas de la región estatal.

Por lo tanto, el señalamiento de las arquitectas Lizeth Ambriz y Esmeralda Mendoza del Instituto de Investigaciones Tecnológicas del Agua: “Cuando se comienzan a construir casas, edificios, estacionamientos, vialidades, centros comerciales o estadios sin tomar en cuenta el comportamiento del agua en la cuenca donde se desea construir, se provocarán alteraciones en el ciclo hidrológico natural”. Además, yo diría que la aprobación de construcciones en el Bajío, en la cuenca del río Atemajac, y en las faldas de los bosques de la Primavera y los Colomos son, sin duda el monumento a la impunidad inmobiliaria o, cuando menos, a la corrupción en el área de planeación de cada municipio afectado. Cuyos regidores pueden tener títulos universitarios, pero nadie les ha enseñado el primer compromiso de la ciencia: la transformación del entorno en beneficio del ser humano, sin alteración perniciosa de la naturaleza.

Lamentablemente nuestro país sigue siendo uno de los territorios de mayor deforestación en el mundo y, muy probablemente, en la mayoría de los casos, a partir del crecimiento edificativo sin planeación ni control.

Académico del CUAAD de la UdeG

carlosm_orozco@hotmail.com

El doctor Arturo Gleason, profesor investigador del CUAAD de la Universidad de Guadalajara, ha señalado, reiteradamente, en foros, conferencias magistrales y artículos periodísticos que: “en Guadalajara planeamos la ciudad sin conocer el comportamiento del ciclo del agua. Se aprueban planes parciales sin saber cómo un edificio afecta la hidrología superficial y subterránea, o cómo perjudica el funcionamiento de la red de abastecimiento donde se construye…”, en referencia a una redensificación mal entendida y sin considerar las nuevas necesidades del recurso acuífero, para una mayor población pero con las mismas redes hidráulicas de abastecimiento.

Sin embargo, el problema más grave del área metropolitana de Guadalajara lo han representado el surgimiento de fraccionamientos, previa deforestación y con cauces naturales convertidos en arterias de circulación vehícular, en la mayoría de los aprobados en los últimos 30 años.

No sólo es el caso de las inundaciones incontrolables donde el río Atemajac reconoce su afluente en la avenida Patria a partir del bosque de Los Colomos y luego del escurrimiento, a partir de precipitaciones pluviales atípicas del bosque de La Primavera en todas las zonas de amortiguamiento incluidas las áreas verdes y boscosas sobrevivientes, de la depredación fraccionadora en esta ciudad. Como el bosque del Nixticuil o el denominado “del Agua”; áreas protegidas por ciudadanos y académicos de la máxima casa de estudios, como Jaime Eloy Ruíz y el Dr. Gómez Vidrio.

Son las mismas circunstancias de los fraccionamientos surgidos en las faldas de la región boscosa más importante en la filtración del agua pluvial a través de las filtraciones al subsuelo y por lo tanto, a los mantos freáticos tan necesarios en los fraccionamientos más vulnerables por la falta de agua, principalmente en las zonas marginales del municipio de Tlajomulco, precisamente la región urbana donde se enclavan: el multicitado fraccionamiento de alta plusvalía, El Cielo, cuya riada debió ser previsible ante la deforestación del bosque aledaño, además de Rinconada Bosques de Santa Anita, en donde se ha cobrado la vida y el patrimonio de muchos inocentes.

Muchas decisiones urgentes deben tomar los ayuntamientos de Jalisco en relación a la tala inmoderada de bosques caracterizada por los intereses inmobiliarios, particularmente en las faldas de la primavera, la sierra del Cuale, la de Manantlán y otras áreas boscosas de la región estatal.

Por lo tanto, el señalamiento de las arquitectas Lizeth Ambriz y Esmeralda Mendoza del Instituto de Investigaciones Tecnológicas del Agua: “Cuando se comienzan a construir casas, edificios, estacionamientos, vialidades, centros comerciales o estadios sin tomar en cuenta el comportamiento del agua en la cuenca donde se desea construir, se provocarán alteraciones en el ciclo hidrológico natural”. Además, yo diría que la aprobación de construcciones en el Bajío, en la cuenca del río Atemajac, y en las faldas de los bosques de la Primavera y los Colomos son, sin duda el monumento a la impunidad inmobiliaria o, cuando menos, a la corrupción en el área de planeación de cada municipio afectado. Cuyos regidores pueden tener títulos universitarios, pero nadie les ha enseñado el primer compromiso de la ciencia: la transformación del entorno en beneficio del ser humano, sin alteración perniciosa de la naturaleza.

Lamentablemente nuestro país sigue siendo uno de los territorios de mayor deforestación en el mundo y, muy probablemente, en la mayoría de los casos, a partir del crecimiento edificativo sin planeación ni control.

Académico del CUAAD de la UdeG

carlosm_orozco@hotmail.com