/ jueves 24 de septiembre de 2020

Abusar del pueblo bueno

Mi abuela decía: “ese hombre es bueno, y por eso, abusan de él”, refiriéndose a la manera en que los demás sacaban provecho y hasta se aprovechaban de esa virtud para sacar provecho. El presidente de México, que dicho sea de paso es el único hombre que, en campaña ha recorrido literalmente el país conoce perfectamente el tema, contabiliza a cada persona a quien considera así y en el general del discurso lo llamó: “Pueblo Bueno”; pero ya en el ejercicio del poder, el adjetivo quedó corto, casi en el olvido; recordemos el primer intento de aquellas mesas pacificadoras que se llevaron en los puntos donde el conflicto delincuencial era enorme, ahí los funcionarios se llenaron de reclamos y descubrieron el imposible de resolver el dilema que por administraciones había sido heredado, al final las mesas se suspendieron.

Lugo vendrían las consultas, la búsqueda de la aprobación de varios proyectos mediante unas boletas, cuya firma y comprobación de la misma se daba con la credencial de elector; al más puro estilo soviético la mayoría apoyaba lo que hoy ha sido el abuso y el dispendio: Dos Bocas, El aeropuerto en Santa Lucia y el Tren Maya; luego vendría aquellas a las que, cuando el presidente salía con la mañanera a vario lugares pedía el voto a mano alzada sobre temas nacionales y cuya representación en el acto era de entre 300 y 350 personas, ahí, el presidente daba por hecho que era el sentir y el pensar nacional y lo daba como hecho.

Luego vendrían las aspiraciones de quienes caminaron con él en campaña, quienes asumieron el alto honor de encabezar una secretaria, una Dirección, un cargo, su trabajo dicen quienes renunciaron, nunca fue respetado, y por el contrario, en el púlpito mañanero las cifras eran desvirtuadas y lo que se decía no era lo que ocurría en el desarrollo de la 4T, ahí el motivo de tanta renuncia, ¿ser leal al presidente o a México?. En columnas anteriores, en este mismo Diario advertía que tras la salida de Jiménez Espriú vendrían renuncias con el mismo corte: el desacuerdo en las ideas del presidente, las rifas y el camino del discurso evangélico que ya cansó que sólo abusa de la credibilidad de alguien que compro un proyecto y que a 2 años no ha visto más que aumento en programas sociales pero no un avance en el país.

El Pueblo Bueno comenzó sin duda a apoyar al presidente en todo: en sus giras, en sus llamados a las subastas, a conocer Los Pinos y su centro cultural, pero a últimas fechas, ese grupo dejó de ser el atento, el participativo y hoy lo increpa en sus viajes y lo deja sólo en sus convocatorias en la compra de boletos para una rifa, o de más remates, incluso la credibilidad de aquella promesa de campaña que también llevó al voto de enjuiciar a los expresidentes está a punto de caer por un criterio de legalidad, aunque seguramente en la mañanera el 2 de octubre dirá: yo cumplí mi promesa y ahí está la voz del pueblo, los ministros no quisieron y aplicaron criterio, que la historia pues, los juzgue…

El pueblo bueno esperaba más de Lozoya, el personaje que hoy está en el cajón de los intentos fallidos, asi como yace el famoso BOA y la bomba enviada a la senadora de Morena a principios de la administración, la incongruencia de criticar sobornos del asado y callar los de Pío en el presente, declarar que acusar a los delincuentes con sus mamás es la solución y Con el pasar de los días, la gente comienza a darse cuenta que el abuso en las palabras se está convirtiendo en un peligroso retroceso en donde México ha dejado de ser atractivo económicamente, además de una sociedad polarizada, en donde tampoco le viene bien a un México que siempre ha sido unido.

“La gente buena cuando descubre que está siendo abusada, se enoja y reacciona muy fuerte…” también me decía mi abuela.

* Periodista

Mi abuela decía: “ese hombre es bueno, y por eso, abusan de él”, refiriéndose a la manera en que los demás sacaban provecho y hasta se aprovechaban de esa virtud para sacar provecho. El presidente de México, que dicho sea de paso es el único hombre que, en campaña ha recorrido literalmente el país conoce perfectamente el tema, contabiliza a cada persona a quien considera así y en el general del discurso lo llamó: “Pueblo Bueno”; pero ya en el ejercicio del poder, el adjetivo quedó corto, casi en el olvido; recordemos el primer intento de aquellas mesas pacificadoras que se llevaron en los puntos donde el conflicto delincuencial era enorme, ahí los funcionarios se llenaron de reclamos y descubrieron el imposible de resolver el dilema que por administraciones había sido heredado, al final las mesas se suspendieron.

Lugo vendrían las consultas, la búsqueda de la aprobación de varios proyectos mediante unas boletas, cuya firma y comprobación de la misma se daba con la credencial de elector; al más puro estilo soviético la mayoría apoyaba lo que hoy ha sido el abuso y el dispendio: Dos Bocas, El aeropuerto en Santa Lucia y el Tren Maya; luego vendría aquellas a las que, cuando el presidente salía con la mañanera a vario lugares pedía el voto a mano alzada sobre temas nacionales y cuya representación en el acto era de entre 300 y 350 personas, ahí, el presidente daba por hecho que era el sentir y el pensar nacional y lo daba como hecho.

Luego vendrían las aspiraciones de quienes caminaron con él en campaña, quienes asumieron el alto honor de encabezar una secretaria, una Dirección, un cargo, su trabajo dicen quienes renunciaron, nunca fue respetado, y por el contrario, en el púlpito mañanero las cifras eran desvirtuadas y lo que se decía no era lo que ocurría en el desarrollo de la 4T, ahí el motivo de tanta renuncia, ¿ser leal al presidente o a México?. En columnas anteriores, en este mismo Diario advertía que tras la salida de Jiménez Espriú vendrían renuncias con el mismo corte: el desacuerdo en las ideas del presidente, las rifas y el camino del discurso evangélico que ya cansó que sólo abusa de la credibilidad de alguien que compro un proyecto y que a 2 años no ha visto más que aumento en programas sociales pero no un avance en el país.

El Pueblo Bueno comenzó sin duda a apoyar al presidente en todo: en sus giras, en sus llamados a las subastas, a conocer Los Pinos y su centro cultural, pero a últimas fechas, ese grupo dejó de ser el atento, el participativo y hoy lo increpa en sus viajes y lo deja sólo en sus convocatorias en la compra de boletos para una rifa, o de más remates, incluso la credibilidad de aquella promesa de campaña que también llevó al voto de enjuiciar a los expresidentes está a punto de caer por un criterio de legalidad, aunque seguramente en la mañanera el 2 de octubre dirá: yo cumplí mi promesa y ahí está la voz del pueblo, los ministros no quisieron y aplicaron criterio, que la historia pues, los juzgue…

El pueblo bueno esperaba más de Lozoya, el personaje que hoy está en el cajón de los intentos fallidos, asi como yace el famoso BOA y la bomba enviada a la senadora de Morena a principios de la administración, la incongruencia de criticar sobornos del asado y callar los de Pío en el presente, declarar que acusar a los delincuentes con sus mamás es la solución y Con el pasar de los días, la gente comienza a darse cuenta que el abuso en las palabras se está convirtiendo en un peligroso retroceso en donde México ha dejado de ser atractivo económicamente, además de una sociedad polarizada, en donde tampoco le viene bien a un México que siempre ha sido unido.

“La gente buena cuando descubre que está siendo abusada, se enoja y reacciona muy fuerte…” también me decía mi abuela.

* Periodista