/ sábado 2 de enero de 2021

2020 nos cambió la vida

El año se acaba y es momento de tomar aire y respirar, agradeciendo haber llegado hasta este día, a pesar de la pandemia que se agrava, que esta fuera de control, que ha sido implacable y que a los mexicanos nos ha pegado con todo. 2020 nos deja profundas lecciones, enseñanzas, nuevos hábitos, formas nuevas de relacionarnos e interactuar socialmente. La crisis sanitaria vino acompañada de la crisis económica. La primera ha arrebatado vidas y mermado la salud de los mexicanos; la segunda, ha truncado carreras, obstaculizado a millones de emprendedores, de pequeños empresarios, de comerciantes, de trabajadores, de obreros. Todos hemos sufrido la afectación de una o más maneras. Las vidas perdidas han dejado huérfanos, viudas, madres solas, hogares desintegrados, matrimonios rotos. Millones de historias de vida registraron pasajes de miedo, de angustia, de dolor, de desesperanza.

De pronto, nos quedamos sin abrazos, sin tomarnos de las manos. Las muestras de cariño y de afecto se volvieron virtuales. Las visitas a familiares y amigos se redujeron o de plano se eliminaron. La vida social colapsó. Los cultos religiosos perdieron la presencialidad, al igual que la enseñanza. Las aulas solas, las computadoras, tabletas y celulares, exigidas a tope. La brecha digital aumentó la desigualdad que impera en nuestra sociedad. No se perdió el año escolar, pero la niñez y la juventud sufrieron el confinamiento, la disminución de la convivencia, la ausencia de interacción humana. Las compras en línea, la educación a distancia, el trabajo en casa, fueron una respuesta incompleta pero que llegó para quedarse. La era digital se anticipó al menos una década a las proyecciones de futuro. Hoy la pantalla es el centro de nuestra atención, nuestra fuente principal de información, de conocimiento, de entretenimiento y de comunicación.

Se cerraron las fronteras, los viajes fueron reducidos, la convivencia con nuestra familia nuclear, se intensificó y con ello, la cercanía entre consanguíneos, pero en algunos casos, produjo incrementos de violencia intrafamiliar. Entre tantos problemas, los gobiernos están a prueba y sometidos a juicio y escrutinio publico. La violencia siguió en aumento, la inseguridad creció y la ansiedad es generalizada. La demanda de auxilio psicológico por depresión e intentos de suicidio se incremento exponencialmente.

Mi condolencia a quienes han sido victimas del covid19, en su persona, en su familia, en sus seres queridos. Mi reconocimiento y gratitud con los trabajadores de la salud, desde camilleros, laboratoristas, enfermería, médicos, trabajadores sociales, psicólogos, administrativos, cocineros y todo el personal de hospitales, clínicas y consultorios. También para quienes siguieron trabajando intentando que la vida fuera más llevadera: trabajadores de aseo público, policías, militares, abarroteros, vendedores de alimentos, mecánicos, camioneros, taxistas, transportistas, llanteros, reparadores… y muchos más. A todos los que expusieron su vida por la comunidad y a quienes no pudieron quedarse en casa y tuvieron que arriesgarse por necesidad de trabajar y ganar el sustento, agradezco su conciencia de cuidarse lo más posible y cuidar a los demás.

La vacunación inició ya en México. La esperanza de salir adelante y superar la pandemia nos da fuerza. Es tiempo de reflexión. No volverá a ser como antes pero de nosotros depende hacer que sea mejor. Aprendimos y seremos más fuertes.

www.inteligenciapolitica.org

El año se acaba y es momento de tomar aire y respirar, agradeciendo haber llegado hasta este día, a pesar de la pandemia que se agrava, que esta fuera de control, que ha sido implacable y que a los mexicanos nos ha pegado con todo. 2020 nos deja profundas lecciones, enseñanzas, nuevos hábitos, formas nuevas de relacionarnos e interactuar socialmente. La crisis sanitaria vino acompañada de la crisis económica. La primera ha arrebatado vidas y mermado la salud de los mexicanos; la segunda, ha truncado carreras, obstaculizado a millones de emprendedores, de pequeños empresarios, de comerciantes, de trabajadores, de obreros. Todos hemos sufrido la afectación de una o más maneras. Las vidas perdidas han dejado huérfanos, viudas, madres solas, hogares desintegrados, matrimonios rotos. Millones de historias de vida registraron pasajes de miedo, de angustia, de dolor, de desesperanza.

De pronto, nos quedamos sin abrazos, sin tomarnos de las manos. Las muestras de cariño y de afecto se volvieron virtuales. Las visitas a familiares y amigos se redujeron o de plano se eliminaron. La vida social colapsó. Los cultos religiosos perdieron la presencialidad, al igual que la enseñanza. Las aulas solas, las computadoras, tabletas y celulares, exigidas a tope. La brecha digital aumentó la desigualdad que impera en nuestra sociedad. No se perdió el año escolar, pero la niñez y la juventud sufrieron el confinamiento, la disminución de la convivencia, la ausencia de interacción humana. Las compras en línea, la educación a distancia, el trabajo en casa, fueron una respuesta incompleta pero que llegó para quedarse. La era digital se anticipó al menos una década a las proyecciones de futuro. Hoy la pantalla es el centro de nuestra atención, nuestra fuente principal de información, de conocimiento, de entretenimiento y de comunicación.

Se cerraron las fronteras, los viajes fueron reducidos, la convivencia con nuestra familia nuclear, se intensificó y con ello, la cercanía entre consanguíneos, pero en algunos casos, produjo incrementos de violencia intrafamiliar. Entre tantos problemas, los gobiernos están a prueba y sometidos a juicio y escrutinio publico. La violencia siguió en aumento, la inseguridad creció y la ansiedad es generalizada. La demanda de auxilio psicológico por depresión e intentos de suicidio se incremento exponencialmente.

Mi condolencia a quienes han sido victimas del covid19, en su persona, en su familia, en sus seres queridos. Mi reconocimiento y gratitud con los trabajadores de la salud, desde camilleros, laboratoristas, enfermería, médicos, trabajadores sociales, psicólogos, administrativos, cocineros y todo el personal de hospitales, clínicas y consultorios. También para quienes siguieron trabajando intentando que la vida fuera más llevadera: trabajadores de aseo público, policías, militares, abarroteros, vendedores de alimentos, mecánicos, camioneros, taxistas, transportistas, llanteros, reparadores… y muchos más. A todos los que expusieron su vida por la comunidad y a quienes no pudieron quedarse en casa y tuvieron que arriesgarse por necesidad de trabajar y ganar el sustento, agradezco su conciencia de cuidarse lo más posible y cuidar a los demás.

La vacunación inició ya en México. La esperanza de salir adelante y superar la pandemia nos da fuerza. Es tiempo de reflexión. No volverá a ser como antes pero de nosotros depende hacer que sea mejor. Aprendimos y seremos más fuertes.

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